jueves, 9 de julio de 2015

Bilbao BBK Live 2012: Radiohead, Mumford & Sons, The Kooks, Four Tet, Vetusta Morla... (13 de julio de 2012)

Texto publicado originalmente en Rolling Stone el 14 de julio de 2012

Unos sobrenaturales Radiohead hechizan Bilbao

La banda de Thom Yorke factura un concierto perfecto ante una multitud entregada. The Kooks animan la tarde y Mumford & Sons pasan sin pena ni gloria. Por Yahvé M. de la Cavada

Imagen principal de la noticiaMás de 39.000 personas se concentraron en la segunda jornada del BBK Live 2012, que tenía como principal reclamo a Radiohead. Las largas colas para acceder al recinto hicieron que nos perdiésemos por los pelos a Noah and The Whale y, sobre todo, a Warpaint, un interesante cuarteto de chicas apadrinado por John Frusciante. Pero aún quedaba mucho por delante.

Había expectación por ver a Mumford & Sons, una banda que ha subido como la espuma de la noche a la mañana. Su único disco, la verdad, no es para tanto, y semejante cantidad de atención repentina siempre resulta sospechosa. Por otro lado, la idea de unos ingleses acercándose al folk americano sin perder su sensibilidad británica (incluso evocando a Shakespeare o Chesterton), resulta muy atractiva. Sus anhelos americanos y sus armonías vocales podrían recordar a unos Fleet Foxes menos plomazo aunque, en directo, sus canciones folk quedan aguadas por el indie-pop por donde parece que van a tirar en su próximo disco (previsto para el mes de septiembre), del cual presentaron algunos temas.

El directo de la banda suena bien, aunque no es deslumbrante, y el detalle del recurrente bombo/timbal de Marcus Mumford empieza como un rasgo personal y vistoso y acaba siendo un verdadero coñazo. No hay duda de que es una banda con potencial pero, a día de hoy, son un grupo “de canción”: tocan una canción y uno piensa “molan estos tíos”; cuando pasa un rato ya no sabes si llevan tres, cuatro o diez; y cuando pasa otro rato, te das cuenta de que todo parece la misma canción interminable.

Con los Kooks pasa lo mismo, pero al revés. En una escucha parcial pueden parecer otra brit-band popera con canciones fotocopiadas pero, atención, porque estos chavales tienen temazos. Bajo la apariencia de melodías sencillas de orientación adolescente, se esconden auténticas perlas de power pop, disparadas sin compasión con la ingenua chulería del vocalista Luke Pritchard.

Parece simple, pero nada de eso. Los estribillos adhesivos, los riffs contagiosos y la energía que transmiten en directo no son cosa fácil. La banda tiró de varias canciones de su último disco, pero fueron algunos títulos de su fantástico Konk (2008) los que más engancharon a la gente: los singles Shine On y Always Where I Need To Be y el contagioso Mr. Maker, con el que todo el mundo se puso a bailar. No esta mal para una “simple” banda de pop.

Lo de Four Tet resultó, como era de esperar, raro. Raro porque ni el proyecto es convencional, ni el sitio era el adecuado, ni mucho menos lo era el momento. Kieran Hebden es quien se esconde tras este nombre, uno de los DJs y productores londinenses más interesantes del momento. Como es colega de Radiohead y les telonea con cierta frecuencia, su presencia antes de la banda parecía lógica. Pero claro, a las 22:30 y con un público tan heterogéneo como el que va a ver a Radiohead, atizar 50 minutos de electrónica tan densa como minimalista tal vez no sea el mejor plan. Hebden es tremendo, y sonó realmente bien, pero su música exigía cierta implicación y la mayoría de asistentes estaban a lo que estaban.

Y entonces llegaron Radiohead. Un grupo que nunca deja de estar en primera línea: genios para unos, sobrevalorados para otros, interesantísimos a cualquier nivel. Thom Yorke y Jonny Greenwood pueden ser considerados los Jagger y Richards del siglo XXI, aunque su inconfundible química no sea tan conflictiva como la de los Glimmer Twins.

Abrieron el concierto como su último disco, con el tema Bloom, y enseguida se hizo la luz. Yorke se mantuvo muy teatral desde el principio, contoneándose al principio para, poco después, dejarse llevar por sus ya característicos movimientos de baile, dándolo todo hasta el final del concierto. Su voz fue perfecta en cada tema, provocando escalofríos en temas como Reckoner, Nude o la emocionante Pyramid Song.

Greenwood se abalanzaba violentamente sobre la guitarra y Yorke no paraba quieto, pero todo sonaba perfecto. No había ni una sola descompensación, ni en los momentos álgidos, ni durante los hipnóticos desarrollos de la banda. En el mítico Karma Police el público comenzó a corear el tema, y las primeras gotas de lluvia de la noche se dejaron caer (aunque intuimos que no hubo relación entre ambos hechos). No llegó a llover, pero hubo momentos de tensión: la magia no debía romperse por nada.

Tras cerrar un setlist redondo, Yorke y Greenwood volvieron al escenario para abrir el bis con el precioso Give Up The Ghost, en el que Yorke hizo alarde de sus capacidades vocales y de lo que se puede llegar a hacer con un looper bien utilizado. Tras Kid A, una estrofa del After The Gold Rush de Neil Young precedió a un insuperable final con Everything In Its Right Place. Con los pelos aún como escarpias, el grupo volvió a salir para hacer una concesión a la galería que, por supuesto, agradecimos: el clásico Paranoid Android. Y el público, en la gloria.

Después de rozar peligrosamente la perfección, no queda duda de que el de Radiohead es, en 2012, el concierto más completo y sofisticado que se puede ver en un festival. Con el escenario todavía iluminado, la banda dejó sonando el glorioso Egyptian Fantasy de Sidney Bechet. Un detalle finísimo, por cierto.


Al finalizar el concierto de Radiohead, gran parte del aforo comenzó a dispersarse, pero unos cuantos miles de seguidores se plantaron en el Escenario 2 para ver a Vetusta Morla. Hay que reconocer que, año a año, la banda suena mejor. Su directo está entre lo mejor que se puede escuchar en nuestro país, pero les sigue fallando lo más importante: es un grupo sin temas potentes. Se lo curran y suenan fuertes y engrasados, pero eso no es suficiente. Hay que ser fan para no aburrirse con ellos.  

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