Texto
publicado originalmente en Rolling Stone el 9 de julio de 2011
Bilbao BBK
Live 2011: Colosales Suede e inadvertidos Kaiser Chiefs
Un ardiente
Brett Anderson despluma a Ricky Wilson y los suyos. También triunfaron los
chamánicos The Mars Volta y los incendiarios TV On The Radio. Kasabian,
regular. Por Yahvé M. de la Cavada
Era la jornada
del britpop, pero se colaron en la fiesta los yanquis. De los ingleses
triunfaron rotundamente Suede y dejaron fríos tanto Kasabian como Kaiser
Chiefs. De los americanos, el público se dejó arrastrar, ¡y a plena luz del
día!, por los vendavales de The Mars Volta y TV On The Radio. Con las dos
primeras del BBK Live cubiertas, el festival ya está a punto de superar las
cifras de asistencia del año pasado. Va a resultar que el eclecticismo
funciona.
Muchos no
entendimos el horario programado para una banda como The Mars Volta, a las
18:20 de la tarde y bajo un sol abrasador. Con la música que hacen nunca serán
cabeza de cartel en un festival de estas dimensiones, pero su horario natural
debería ser, como mínimo, nocturno. Su directo es un auténtico mazazo en la
cara, ruidoso, melódico, caótico y sexual, con la actitud de Cedric
Bixler-Zavala, entre lo chamánico y lo macarra, y la forma de tocar la guitarra
de Omar Rodriguez-Lopez, visceral y contracturada. No vamos a hablar del nivel
técnico de los músicos (no hay batería, guitarrista o cantante en todo el
festival que lleguen al nivel de los de este grupo), sino de una música oscura
y obsesiva que consigue congeniar el caos sonoro con composiciones complejas y
muy medidas. Hasta la brisa se levantó para que todos disfrutásemos más a gusto
del concierto.
En el
escenario pequeño (de nuevo, inexplicable) TV On The Radio dieron un buen
repaso al personal. Los de Brooklyn se han repuesto rápidamente de la trágica
muerte de su bajista el pasado mes de abril y su música no se ha resentido ni
un ápice, gracias al ritmo infeccioso de su nuevo bajista y a una banda que, en
concierto, se viene arriba. Sus discos tienen cosas interesantes pero acaban
siendo un ladrillo, algo que no ocurrió en un directo demoledor que hizo botar
hasta al festivalero menos implicado. Y, además, con diurnidad y alevosía. TV
On The Radio pueden ser considerados el relevo indie-rock y postmoderno de
Boney M.: negros orgullosos contagiando el ritmo allá por donde pasan. Si un concierto
suyo no hace que te menees, tal vez estés muerto.
Vetusta Morla
parecen haber conseguido algo más difícil que vender más de 35.000 copias de su
disco debut: sobrevivir a ello. Han ganado en empaque y su directo suena
profesional, algo que, en este país, ya es mucho. Pucho sigue teniendo una de
las voces más exasperantes de la escena, pero también una de las más
reconocibles y, de paso, el sello de identidad de los madrileños. Ofrecieron al
principio Los días raros y luego repasaron sus dos álbumes. Sonaron muchas
piezas de su reciente Mapas (como ese sinuoso En el río), pero cuando el
público levitó fue con las canciones antiguas, como la bonita Copenhague.
Para quienes
no son fans de la banda, resulta complicado no mirar el reloj tras cuatro o cinco
canciones. Eso sí, para miles de chavales, Vetusta Morla es uno de los pocos
grupos nacionales que acarrean su bagaje generacional, y dentro de 25 años sus
éxitos se recordarán como se recuerdan hoy los de Nacha Pop.
Kasabian
venían avalados por su reciente buen directo en el madrileño festival Dcode
(lee aquí la crítica). Se les considera como nuevas estrellas de una especie de
britpop electrónico que peca de todo lo contrario que TV On The Radio. Y es
que, cuando un grupo suena mejor en disco que en directo, mal asunto. Empezaron
bien y tuvieron actitud en todo momento, muy festiva (con temas como Underdog,
Club foot o Fire) y para-rockera; la música, en cambio, ni chicha ni limoná. No
dudo que en otros momentos de su carrera hayan podido ser el mejor directo del
mundo (como tal fueron premiados en 2007 por NME), pero en Bilbao se oía mucho
cacharrito y mucha historia, mientras las guitarras y el bajo parecían de
adorno.
Tuvieron que
llegar Suede para enseñarnos lo que era un gran concierto de brit-pop. A pesar
de que siempre ha parecido que la banda nunca sería lo mismo sin Bernard
Butler, está claro que hay veces que se cumple aquello de “quien tuvo, retuvo”.
Y vaya si retuvo: sonidazo, guitarreo y un Brett Anderson, de 43 años,
desbocado, dándolo todo desde el principio hasta el final. Y no estamos
hablando de bailar y de patear escenario, que también, sino de cantar como los
ángeles con actitud, chulería y glamour, enseñando a los niñatos de Kasabian y
Kaiser Chiefs lo que es un puñetero animal escénico.
Tras el
batacazo (aplíquese aquí un generoso doble sentido) de la suspensión de Amy
Winehouse, la incorporación de los resucitados Suede como cabeza de cartel se
recibió con cierta tibieza, pero su capacidad de convocatoria nos sorprendió a
muchos. A pesar de estar entre los grandes de la primera ola de britpop, sufren
una especie de olvido que el público de Bilbao se encargó de contrarrestar,
coreando sus canciones con unos melodiosos “uououos”. Sonaron a gloria temas
como So young, Trash o Animal nitrate. A mitad del concierto, el pantalón de
Anderson ya estaba hecho unos zorros de las arrodilladas que llevaba. Y así, a
lo tonto, quienes acabamos de rodillas ante Suede fuimos nosotros.
“Después de
esto, a ver quién es el guapo que se traga a Kaiser Chiefs”, se escuchó decir a
un asistente, y no le faltaba razón. Los de Leeds tienen una cosa buena, de eso
no hay duda: su nombre. Es pegadizo, fardón y suena bien. Esta era la segunda
vez que tocaban en el festival y hay que reconocer que estuvo bastante mejor
que en 2009, principalmente porque entonces sonaron rematadamente mal. También
es cierto que Ricky Wilson, su cantante, se deja la piel y que varios miles de
personas aguantaron su concierto al pie del cañón, entiendo que disfrutándolo,
bajo una lluvia ligera e irritante.
Pero no a
todos se les veía particularmente entregados, la verdad, porque Kaiser Chiefs
suenan a lo que son, una banda cervecera y hooligan que estuvo en el lugar
adecuado, en el momento adecuado. Probablemente, nunca volverán a conseguir
algo cercano a lo que les dio su Employment, aunque parece que los únicos que
no se dan cuenta son ellos.
Mucho mejor
estuvieron !!! (chk chk chk, en lo fonético) y su descarga de dance punk, con
Nic Offer y sus inseparables calzones capitaneando un concierto que, a última
hora, hizo las delicias de quienes se animaron a bailar bajo la lluvia, como
Gene Kellys del siglo XXI. O algo así…
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