Reseña publicada en Cuadernos de Jazz #105 (marzo-abril de 2008)
Peter Brötzmann (st, sa, cl, tarogato); Toshinori Kondo (tp, elec); William Parker (b); Hamid Drake (bat, perc)
Berlín, Alemania, entre agosto de 1993 y noviembre de 1999
Jazzwerkstatt JW060
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Fragmentos de un cuarteto histórico
Peter Brötzmann es asociado habitualmente a Albert Ayler, muchas veces de manera equivocada. La herencia estilística no existe más allá de la admiración de Brötzmann por un contemporáneo desaparecido y genial. El estilo del alemán esta exento de la espiritualidad y la profundidad de Ayler, teniendo sus propios valores (nada desdeñables), más basados en una fisicidad extrema y una tensión casi dolorosa.
La reedición de Jazzwerkstatt de estos cuatro CDs publicados en FMP es un recorrido por la historia de Die Like A Dog, un proyecto que empezó como un homenaje y se convirtió, disco a disco, en uno de los mejores grupos pequeños que ha dado el jazz de los últimos años.
La gracia de este cuarteto radica en la intransferibilidad de cada uno de sus miembros; todos ellos tienen una personalidad arrolladora y el líder, tremendamente democrático, permite a cada uno expresarse libremente.
En primera línea, Brötzmann moldea su férreo discurso y se deja seducir por las misteriosas líneas de Toshinori Kondo que es, probablemente, el trompetista que mejor ha usado los efectos en la historia del jazz. Técnicamente impresionante, ajusta cada emisión de aire al sonido final que resultará de su instrumento, dándole unas posibilidades inabarcables. Distorsiones, delays y modulaciones que enriquecen sus solos y que dan una personalidad muy especial a la música del cuarteto.
En la rítmica, dos viejos conocidos que debutaban discográficamente como tándem en la primera grabación de Die Like A Dog. La comunión entre ambos es fascinante: Parker, sin mantener el tempo perfectamente, aporta una riqueza armónica constante, acompañado por un Hamid Drake insultantemente versátil, siempre original y sorprendente.
Por supuesto, la intensidad contenida en estos cuatro discos es demasiada para aconsejar una escucha ininterrumpida y, aunque desde aquí recomendamos los dos volúmenes de Little Birds Have Fast Hearts como los mas destacables, la altísima calidad de la música justifica cada segundo aquí grabado.
Yahvé M. de la Cavada
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