Seguimos con Russell y con una obra ligeramente anterior a Ezz-thetics, aunque igual de moderna -más aún, quizá- e igual de excelente.
Jazz In The Space Age está interpretada por una orquesta en la que destacan adrede los pianos entrelazados de Paul Bley y Bill Evans. Evans es, además, el solista principal, mostrando en esta grabación algunas facetas sorprendentes de su pianismo.
A pesar de que algunas discografías no lo sitúan al mismo nivel de discos como Ezz-thetics, Jazz Workshop, The Outer View e incluso New York N.Y., Jazz In The Space Age es otro de los discos imprescindibles de George Russell, cuya reedición es urgente y necesaria.
viernes, 31 de julio de 2009
jueves, 30 de julio de 2009
George Russell - Ezz-thetics (1961)
Según me enteré de la muerte de George Russell, me puse rápidamente a reescuchar Ezz-thetics. Fue una especie de impulso, unas ganas irrefrenables de recuperar un disco que considero importantísimo.
Ésta es una de las obras capitales de Russell y fue grabada por, presumiblemente, la mejor formación que tuvo su sexteto. Steve Swallow debutó en esta sesión, y además de Dave Baker, Don Ellis y Eric Dolphy son dos solistas impresionantes. Podemos considerar sus aportaciones al disco como algunos de los mejores solos grabados en la primera mitad de los 60.
Un disco mítico de escucha obligada. Música de primerísima calidad y de una modernidad escalofriante, que uno puede llevarse a los oídos una y otra vez sin cansarse.
Nota: Pinchando en la portada puedes, y debes, escuchar el disco en Spotify.
Ésta es una de las obras capitales de Russell y fue grabada por, presumiblemente, la mejor formación que tuvo su sexteto. Steve Swallow debutó en esta sesión, y además de Dave Baker, Don Ellis y Eric Dolphy son dos solistas impresionantes. Podemos considerar sus aportaciones al disco como algunos de los mejores solos grabados en la primera mitad de los 60.
Un disco mítico de escucha obligada. Música de primerísima calidad y de una modernidad escalofriante, que uno puede llevarse a los oídos una y otra vez sin cansarse.
Nota: Pinchando en la portada puedes, y debes, escuchar el disco en Spotify.
miércoles, 29 de julio de 2009
George Russell: El guía discreto
Ayer por la mañana me enteré de la muerte de George Russell, uno de los más grandes compositores y arreglistas de la historia del jazz. Su desaparición supone una pérdida enorme para la comunidad jazzística.
Acabo de publicar en Cuadernos de Jazz una columna en la que intento, humildemente, rendir homenaje al gran George Russell. Pinchando aquí o en la foto puedes leerla.
Descanse en paz.
Acabo de publicar en Cuadernos de Jazz una columna en la que intento, humildemente, rendir homenaje al gran George Russell. Pinchando aquí o en la foto puedes leerla.
Descanse en paz.
lunes, 27 de julio de 2009
44 Heineken Jazzaldia - Día 4/Day 4 (Hank Jones & Joe Lovano, Perico Sambeat Flamenco Big Band, Pitingo, Abdullah Ibrahim & Ekaya) - ESPAÑOL/ENGLISH
El cuarto día de Jazzaldia tenía programado uno de los conciertos que más me apetecía ver: el dúo de Hank Jones con Joe Lovano. Ya habíamos disfrutado de la magia del pianista la tarde anterior, pero la posibilidad de verle acompañando a Lovano y en solitario era muy prometedora.
Todas las expectativas fueron cubiertas y superadas. Lovano tocó estupendamente y sonando a sí mismo más que nunca; su tono hueco y su fraseo flexible navegaron pacíficamente sobre el perfecto colchón creado por Jones. Pero es el pianista el que alcanzó las más altas cotas de excelencia. Escucharle desgranar las notas más perfectas y apropiadas en cada momento fue completamente asombroso. Todo era como tenía que ser, ni más, ni menos.
Y no sólo eso, a mitad de concierto Lovano dejó al maestro solo en el escenario, para que interpretase "algunas de sus piezas favoritas", tal y como anunciaron. Los temas que Jones interpretó en solitario están entre lo más bello que he podido escuchar en directo. No tengo palabras. El de Jones y Lovano fue un concierto muy especial que permanecerá durante mucho tiempo en nuestra memoria.
En la Plaza de la Trinidad tocaba la Flamenco Big Band de Perico Sambeat, en la que militan algunos músicos estupendos, como Albert Sanz, Javier Colina o Jesús Santandreu. Lamentablemente, el concierto se vio perjudicado por el aspecto estructural de varias composiciones, la falta de solidez de algunos arreglos y una banda a la que le faltaba cohesión. No es lo mismo tocar al mismo tiempo que tocar juntos, y eso es algo muy importante para una Big Band. El líder, un saxofonista destacable, no parecía cómodo en algunos contextos y en general, la cosa no funcionaba.
Después tocaba Pitingo, nombre de moda de inexplicable y polémica presencia en un festival de jazz (aunque a estas alturas nada nos sorprende). Asistí a unos minutos de actuación con interés, porque no me gusta que los prejuicios me dominen, y pude comprobar con mis propios ojos lo que el individuo perpetraba sobre el escenario. Su propuesta parecía flamenco mal entendido e infectado por el virus de Operación Triunfo. Una monstruosidad indigna de esa música maravillosa llamada flamenco.
Afortunadamente, enseguida comenzaba el concierto de Abdullah Ibrahim en el Teatro Victoria Eugenia. El pianista abrió con una larga pieza en piano solo llena de expresividad que resultó ser el mejor momento de toda la actuación. Esto no quiere decir que el resto del concierto no fuese fantástico: a continuación tocó un buen rato en trío algunas piezas un tanto abstractas que rozaron peligrosamente la monotonía, sin caer en ella.
Y después apareció en escena el resto de Ekaya, cuatro jovenes vientos (un saxo alto y flauta, un saxo tenor, un trombón y un saxo barítono) que intepretaron varias melodías de Ibrahim con una delicadeza y perfección impresionantes. En las piezas en septeto el pianista tocaba muy poco, sin interpretar ningún solo, pero el resto del grupo improvisaba generosamente, y muy bien, por cierto. Los músicos parecían jovenes y sus influencias eran claras, siendo el caso más escandaloso el del saxo tenor, que emulaba abiertamente al Coltrane de finales de los 50.
Pero el concierto fue precioso, y ambas formaciones -el trío y el septeto- dieron mucho de sí a lo largo de las casi dos horas y media de recital. Me fui con la sensación de haber visto dos conciertos por el precio de uno, y ambos excelentes.
Al día siguiente actuaban James Taylor, Jamie Cullum, Mélissa Laveaux y The Bad Plus, pero otros eventos me impidieron asistir.
Queda cerrada aquí mismo mi crónica de este Jazzaldia. Un festival en el que ha habido de todo, que nos ha dado conciertos memorables y que confirma su reinado sobre los festivales veraniegos del País Vasco. El año que viene, más.
The fourth day of the Jazzaldia had scheduled one of the concerts I was more interested in: Hank Jones and Joe Lovano’s duo. We had already enjoyed the pianist magic the previous evening, but the possibility of watching him accompanying Lovano or alone was really promising.
All our expectations were fulfilled and, even more, exceeded. Lovano performed wonderfully and he sounded as himself more than ever; his hollow tone and his flexible phrasing sailed peacefully on the perfect mattress created by Jones. However, it was the piano player who reached the highest levels of excellence. It was totally astonishing listening to him crumbling the most perfect and appropriate notes in every moment. It couldn't be any other way.
What is more, in the middle of the concert, Lovano left the master by himself on stage, so as to perform “some of his favourite pieces”, as announced. These solo pieces are possibly some of the most beautiful ones I have ever heard live. I have no words. Jones and Lovano’s concert was a very special one which will remain for a long time in our memory.
At the Trinidad Square, Perico Sambeat Flamenco Big Band was playing, a band in which some great musicians such as Albert Sanz, Javier Colina or Jesús Santandreu are members. Unfortunately, some of the compositions structural aspect was detrimental to the concert, as well as the lack of soundness in some of the arrangements and a band short of cohesion. It is not the same playing at the same time and playing together, and this is a very important fact for a Big Band. The frontman, a remarkable saxophonist, didn´t seem comfortable in some contexts and the whole thing, in general, didn´t work well.
Pitingo was playing afterwards, a strange household name with a controversial presence in a festival of jazz (although not being surprising by now). Since I don´t like being driven by prejudices, I attended this performance for a few minutes with interest, and I could confirm by myself whatever the individual was carrying out on stage. His proposal looked as a misunderstood flamenco, infected by the Operación Triunfo* virus. A monstrosity unworthy of being related to that marvellous music called flamenco.
Luckily enough, the concert of Abdullah Ibrahim was immediately starting at the Victoria Eugenia Theatre. The pianist opened with a long solo piece, filled with expressiveness, which proved to be the best moment of the whole performance. This doesn’t mean that the rest of the concert wasn’t fantastic. Then, he played in trio some kind of abstract pieces, which verged on monotony, without falling in it.
Afterwards, the remaining of Ekaya appeared on stage, four young hornes (an alto sax and flute, a tenor sax, a trombones and a baritone sax) that played some Ibrahim melodies with an impressive delicacy and perfection. The pianist barely played in the septet pieces, without performing any solos, but the rest of the band improvised generously and really well, indeed. The musicians seemed young and their influences were obvious, being the case of the tenor sax the most shocking one, since he clearly emulated the late 50’s Coltrane.
Anyhow, the concert was lovely and both groups –the trio and the septet- did their best during the almost two hours and a half the recital lasted. I left with the feeling of having watched two concerts by one, both of them superb.
Next day James Taylor, Jamie Cullum, Mélissa Laveaux and The Bad Plus performed, but some other musical events prevented me from attending.
It is right here where my report on this Jazzaldia ends. A festival with a bit of everything, one that has given us memorable concerts and which confirms its reign over other summer festivals of the Basque Country. Next year, much more.
*A famous TV show in Spain, similar to American Idol or The One in the USA and to Fame Academy in the UK.
Todas las expectativas fueron cubiertas y superadas. Lovano tocó estupendamente y sonando a sí mismo más que nunca; su tono hueco y su fraseo flexible navegaron pacíficamente sobre el perfecto colchón creado por Jones. Pero es el pianista el que alcanzó las más altas cotas de excelencia. Escucharle desgranar las notas más perfectas y apropiadas en cada momento fue completamente asombroso. Todo era como tenía que ser, ni más, ni menos.
Y no sólo eso, a mitad de concierto Lovano dejó al maestro solo en el escenario, para que interpretase "algunas de sus piezas favoritas", tal y como anunciaron. Los temas que Jones interpretó en solitario están entre lo más bello que he podido escuchar en directo. No tengo palabras. El de Jones y Lovano fue un concierto muy especial que permanecerá durante mucho tiempo en nuestra memoria.
En la Plaza de la Trinidad tocaba la Flamenco Big Band de Perico Sambeat, en la que militan algunos músicos estupendos, como Albert Sanz, Javier Colina o Jesús Santandreu. Lamentablemente, el concierto se vio perjudicado por el aspecto estructural de varias composiciones, la falta de solidez de algunos arreglos y una banda a la que le faltaba cohesión. No es lo mismo tocar al mismo tiempo que tocar juntos, y eso es algo muy importante para una Big Band. El líder, un saxofonista destacable, no parecía cómodo en algunos contextos y en general, la cosa no funcionaba.
Después tocaba Pitingo, nombre de moda de inexplicable y polémica presencia en un festival de jazz (aunque a estas alturas nada nos sorprende). Asistí a unos minutos de actuación con interés, porque no me gusta que los prejuicios me dominen, y pude comprobar con mis propios ojos lo que el individuo perpetraba sobre el escenario. Su propuesta parecía flamenco mal entendido e infectado por el virus de Operación Triunfo. Una monstruosidad indigna de esa música maravillosa llamada flamenco.
Afortunadamente, enseguida comenzaba el concierto de Abdullah Ibrahim en el Teatro Victoria Eugenia. El pianista abrió con una larga pieza en piano solo llena de expresividad que resultó ser el mejor momento de toda la actuación. Esto no quiere decir que el resto del concierto no fuese fantástico: a continuación tocó un buen rato en trío algunas piezas un tanto abstractas que rozaron peligrosamente la monotonía, sin caer en ella.
Y después apareció en escena el resto de Ekaya, cuatro jovenes vientos (un saxo alto y flauta, un saxo tenor, un trombón y un saxo barítono) que intepretaron varias melodías de Ibrahim con una delicadeza y perfección impresionantes. En las piezas en septeto el pianista tocaba muy poco, sin interpretar ningún solo, pero el resto del grupo improvisaba generosamente, y muy bien, por cierto. Los músicos parecían jovenes y sus influencias eran claras, siendo el caso más escandaloso el del saxo tenor, que emulaba abiertamente al Coltrane de finales de los 50.
Pero el concierto fue precioso, y ambas formaciones -el trío y el septeto- dieron mucho de sí a lo largo de las casi dos horas y media de recital. Me fui con la sensación de haber visto dos conciertos por el precio de uno, y ambos excelentes.
Al día siguiente actuaban James Taylor, Jamie Cullum, Mélissa Laveaux y The Bad Plus, pero otros eventos me impidieron asistir.
Queda cerrada aquí mismo mi crónica de este Jazzaldia. Un festival en el que ha habido de todo, que nos ha dado conciertos memorables y que confirma su reinado sobre los festivales veraniegos del País Vasco. El año que viene, más.
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All our expectations were fulfilled and, even more, exceeded. Lovano performed wonderfully and he sounded as himself more than ever; his hollow tone and his flexible phrasing sailed peacefully on the perfect mattress created by Jones. However, it was the piano player who reached the highest levels of excellence. It was totally astonishing listening to him crumbling the most perfect and appropriate notes in every moment. It couldn't be any other way.
What is more, in the middle of the concert, Lovano left the master by himself on stage, so as to perform “some of his favourite pieces”, as announced. These solo pieces are possibly some of the most beautiful ones I have ever heard live. I have no words. Jones and Lovano’s concert was a very special one which will remain for a long time in our memory.
At the Trinidad Square, Perico Sambeat Flamenco Big Band was playing, a band in which some great musicians such as Albert Sanz, Javier Colina or Jesús Santandreu are members. Unfortunately, some of the compositions structural aspect was detrimental to the concert, as well as the lack of soundness in some of the arrangements and a band short of cohesion. It is not the same playing at the same time and playing together, and this is a very important fact for a Big Band. The frontman, a remarkable saxophonist, didn´t seem comfortable in some contexts and the whole thing, in general, didn´t work well.
Pitingo was playing afterwards, a strange household name with a controversial presence in a festival of jazz (although not being surprising by now). Since I don´t like being driven by prejudices, I attended this performance for a few minutes with interest, and I could confirm by myself whatever the individual was carrying out on stage. His proposal looked as a misunderstood flamenco, infected by the Operación Triunfo* virus. A monstrosity unworthy of being related to that marvellous music called flamenco.
Luckily enough, the concert of Abdullah Ibrahim was immediately starting at the Victoria Eugenia Theatre. The pianist opened with a long solo piece, filled with expressiveness, which proved to be the best moment of the whole performance. This doesn’t mean that the rest of the concert wasn’t fantastic. Then, he played in trio some kind of abstract pieces, which verged on monotony, without falling in it.
Afterwards, the remaining of Ekaya appeared on stage, four young hornes (an alto sax and flute, a tenor sax, a trombones and a baritone sax) that played some Ibrahim melodies with an impressive delicacy and perfection. The pianist barely played in the septet pieces, without performing any solos, but the rest of the band improvised generously and really well, indeed. The musicians seemed young and their influences were obvious, being the case of the tenor sax the most shocking one, since he clearly emulated the late 50’s Coltrane.
Anyhow, the concert was lovely and both groups –the trio and the septet- did their best during the almost two hours and a half the recital lasted. I left with the feeling of having watched two concerts by one, both of them superb.
Next day James Taylor, Jamie Cullum, Mélissa Laveaux and The Bad Plus performed, but some other musical events prevented me from attending.
It is right here where my report on this Jazzaldia ends. A festival with a bit of everything, one that has given us memorable concerts and which confirms its reign over other summer festivals of the Basque Country. Next year, much more.
*A famous TV show in Spain, similar to American Idol or The One in the USA and to Fame Academy in the UK.
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sábado, 25 de julio de 2009
44 Heineken Jazzaldia - Día 3/Day 3 (Hank Jones Trio, Joe Lovano UsFive, Roy Haynes Trio, Carla Bley Big Band) - ESPAÑOL/ENGLISH
El tercer día de Jazzaldia ha resultado uno de los más intensos.
Cuando se trata de escuchar a alguien como Hank Jones, entramos en un terreno completamente diferente. Hablamos de ver a alguien que ha inventado parte de los recursos que miles de pianistas utilizan desde entonces; una especie de vuelta al primer capítulo, al lugar donde se sentaron algunas de las bases del jazz.
Jones dio un concierto sofisticado y relajado junto al gran George Mraz –a quien presentó como “el mejor contrabajista del mundo”- y a Willie Jones III. Su forma de marcar el tiempo, tan tenue como sólida, es el preludio perfecto a esa inigualable forma de tocar, acariciando suavemente las teclas como si la música, simplemente, brotase de sus dedos. Una lección de sabiduría, en definitiva, servida junto a un puñado de standards, cuatro generosos bises y mucho, muchísimo swing.
Más tarde, en la Plaza de la Trinidad, el programa doble era uno de los más atrayentes del festival. En primer lugar, la nueva banda de Joe Lovano, con James Weidman, Esperanza Spalding, Otis Brown III y Francisco Mela. El nivel de Lovano siempre es alto pero en este caso su grupo resulta un tanto desigual.
En muchos momentos es difícil encontrar el sentido a las dos baterías y a Spalding le queda un gran camino por recorrer antes de ser verdaderamente competente en algunos contextos. Weidman es estupendo e hizo algunos solos remarcables, pero da la sensación de que esta banda sólo funciona cuando la guía Lovano.
Y volviendo a los veteranos, Roy Haynes fue el siguiente en subir al escenario. Con David Kikoski sustituyendo a Danilo Perez, y John Patitucci al contrabajo, Haynes ofreció el concierto irrefutable que uno espera de una leyenda. Analizándolo fríamente, la música no tenía nada de especial, excepto porque la empujaba Haynes. Kikoski es un pianista excelente al que, en mi opinión, no se valora en su justa medida, pero el protagonista de la noche era el bueno de Roy. El batería se mostró dinámico e insultantemente juvenil, en un concierto más que disfrutable.
La noche se cerró con la Big Band de Carla Bley, en una actuación presentada por Cuadernos de Jazz. Intenso, complejo y atemporal, el proyecto de Bley puede llevarte de los años 20 al siglo XXI en unos minutos -pasando por varias décadas- sin dejar de ser personal en ningún momento. Entre la pluma de la líder, el impresionante bajo de Steve Swallow y solistas como Gary Valente, Andy Sheppard, Wolfgang Puschnig o Lew Soloff, es difícil encontrarle fallos a este concierto, uno de los mejores del festival sin ninguna duda.
Un día agotador, en el mejor de los sentidos, que precede a otra de las jornadas más interesantes de este Jazzaldia. Pero de eso hablaremos mañana.
The third day at the Jazzaldia turned out to be one of the most intense ones.
When it comes to listen to someone as Hank Jones, we are in a different field. It implies watching someone who invented some of the resources repeated since then by thousands of piano players; a kind of coming back to the first chapter, to the place where some of the jazz foundations were laid. Jones performed a relaxed and sophisticated concert with George Mraz –introduced by Jones as “the best double bass player of the world”- and Willie Jones III. His way of setting the tempo, so faint and solid at the same time, was the perfect prelude to that unequalable way of playing, lightly touching the keys, as if music were simply coming out of his fingers. A lesson of wisdom, in short, served with a handful of standards, four generous encores and a lot of swing.
Later, at the Trinidad Square, the double programme was one of the most appealing of the festival. Firstly, the new band of Joe Lovano, with James Weidman, Esperanza Spalding, Otis Brown III and Francisco Mela. Lovano’s level is always high, but his band seemed quite unequal to me. Two drums don’t make any sense sometimes and Spalding still has a long way to go before being competent in some contexts. Weidman is wonderful and he performed very remarkable solos, but the band only worked when leaded by Lovano.
Talking about veterans again, Roy Haynes was the next one on stage. With David Kikoski substituting Danilo Perez and John Patitucci on the double bass, Haynes offered the undeniable concert expected from a legend. Thinking objectively, the music doesn’t have anything special, apart from being pushed by Haynes. In my view, Kikoski is a superb pianist not fairly valued, but the night’s major figure was the good Roy. The drum player was dynamic and he seemed incredibly young, in a more than enjoyable concert.
The night ended with Carla Bley Big Band’s performance, presented by Cuadernos de Jazz. Intense, complex and timeless, Bley’s project can take you back from the 20’s to the XXI century in a few minutes –going through various decades- being personal from first to last. Not only because of the frontwoman’s quill but also because of the impressive bass of Steve Swallow and soloists as Gary Valente, Andy Sheppard, Wolfgang Puschnig or Lew Soloff is difficult to find fault with this concert, one of the best of the festival beyond the shadow of a doubt.
An exhausting day, in the nicest sense of the word, which precedes one of the most interesting days of this Jazzaldia. Anyhow, I´ll speak about that tomorrow.
Cuando se trata de escuchar a alguien como Hank Jones, entramos en un terreno completamente diferente. Hablamos de ver a alguien que ha inventado parte de los recursos que miles de pianistas utilizan desde entonces; una especie de vuelta al primer capítulo, al lugar donde se sentaron algunas de las bases del jazz.
Jones dio un concierto sofisticado y relajado junto al gran George Mraz –a quien presentó como “el mejor contrabajista del mundo”- y a Willie Jones III. Su forma de marcar el tiempo, tan tenue como sólida, es el preludio perfecto a esa inigualable forma de tocar, acariciando suavemente las teclas como si la música, simplemente, brotase de sus dedos. Una lección de sabiduría, en definitiva, servida junto a un puñado de standards, cuatro generosos bises y mucho, muchísimo swing.
Más tarde, en la Plaza de la Trinidad, el programa doble era uno de los más atrayentes del festival. En primer lugar, la nueva banda de Joe Lovano, con James Weidman, Esperanza Spalding, Otis Brown III y Francisco Mela. El nivel de Lovano siempre es alto pero en este caso su grupo resulta un tanto desigual.
En muchos momentos es difícil encontrar el sentido a las dos baterías y a Spalding le queda un gran camino por recorrer antes de ser verdaderamente competente en algunos contextos. Weidman es estupendo e hizo algunos solos remarcables, pero da la sensación de que esta banda sólo funciona cuando la guía Lovano.
Y volviendo a los veteranos, Roy Haynes fue el siguiente en subir al escenario. Con David Kikoski sustituyendo a Danilo Perez, y John Patitucci al contrabajo, Haynes ofreció el concierto irrefutable que uno espera de una leyenda. Analizándolo fríamente, la música no tenía nada de especial, excepto porque la empujaba Haynes. Kikoski es un pianista excelente al que, en mi opinión, no se valora en su justa medida, pero el protagonista de la noche era el bueno de Roy. El batería se mostró dinámico e insultantemente juvenil, en un concierto más que disfrutable.
La noche se cerró con la Big Band de Carla Bley, en una actuación presentada por Cuadernos de Jazz. Intenso, complejo y atemporal, el proyecto de Bley puede llevarte de los años 20 al siglo XXI en unos minutos -pasando por varias décadas- sin dejar de ser personal en ningún momento. Entre la pluma de la líder, el impresionante bajo de Steve Swallow y solistas como Gary Valente, Andy Sheppard, Wolfgang Puschnig o Lew Soloff, es difícil encontrarle fallos a este concierto, uno de los mejores del festival sin ninguna duda.
Un día agotador, en el mejor de los sentidos, que precede a otra de las jornadas más interesantes de este Jazzaldia. Pero de eso hablaremos mañana.
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The third day at the Jazzaldia turned out to be one of the most intense ones.
When it comes to listen to someone as Hank Jones, we are in a different field. It implies watching someone who invented some of the resources repeated since then by thousands of piano players; a kind of coming back to the first chapter, to the place where some of the jazz foundations were laid. Jones performed a relaxed and sophisticated concert with George Mraz –introduced by Jones as “the best double bass player of the world”- and Willie Jones III. His way of setting the tempo, so faint and solid at the same time, was the perfect prelude to that unequalable way of playing, lightly touching the keys, as if music were simply coming out of his fingers. A lesson of wisdom, in short, served with a handful of standards, four generous encores and a lot of swing.
Later, at the Trinidad Square, the double programme was one of the most appealing of the festival. Firstly, the new band of Joe Lovano, with James Weidman, Esperanza Spalding, Otis Brown III and Francisco Mela. Lovano’s level is always high, but his band seemed quite unequal to me. Two drums don’t make any sense sometimes and Spalding still has a long way to go before being competent in some contexts. Weidman is wonderful and he performed very remarkable solos, but the band only worked when leaded by Lovano.
Talking about veterans again, Roy Haynes was the next one on stage. With David Kikoski substituting Danilo Perez and John Patitucci on the double bass, Haynes offered the undeniable concert expected from a legend. Thinking objectively, the music doesn’t have anything special, apart from being pushed by Haynes. In my view, Kikoski is a superb pianist not fairly valued, but the night’s major figure was the good Roy. The drum player was dynamic and he seemed incredibly young, in a more than enjoyable concert.
The night ended with Carla Bley Big Band’s performance, presented by Cuadernos de Jazz. Intense, complex and timeless, Bley’s project can take you back from the 20’s to the XXI century in a few minutes –going through various decades- being personal from first to last. Not only because of the frontwoman’s quill but also because of the impressive bass of Steve Swallow and soloists as Gary Valente, Andy Sheppard, Wolfgang Puschnig or Lew Soloff is difficult to find fault with this concert, one of the best of the festival beyond the shadow of a doubt.
An exhausting day, in the nicest sense of the word, which precedes one of the most interesting days of this Jazzaldia. Anyhow, I´ll speak about that tomorrow.
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viernes, 24 de julio de 2009
44 Heineken Jazzaldia - Día 2/Day 2 (Esperanza Spalding, Randy Weston, Animal Collective) - ESPAÑOL/ENGLISH
El día de ayer nos trajo dos grandes decepciones.
Al empezar la noche, Esperanza Spalding ofreció en la Plaza de la Trinidad un concierto blando, blandísimo en realidad. Spalding tiene mano con el contrabajo, pero el tufillo a hilo musical que está cogiendo su música no le viene nada bien. Sin contar con que una cosa es poder cantar razonablemente bien, y otra que sea una gran idea hacerlo constantemente. En fin, el tiempo dirá hacia donde va la carrera de esta chica.
Después actuaba Randy Weston con su African Rhythm Quintet y los Master Gnawa Musicians of Morocco. Weston es uno de los grandes clásicos vivos y siempre es un placer verle. Lo mismo ocurre con el veterano Benny Powell, como con Talib Kibwe (TK Blue), Neil Clarke o Alex Blake. Los cinco nos brindaron momentos estupendos, entre los que destacó una gloriosa revisitación de "African Cookbook". Las partes del concierto protagonizadas por los músicos de marruecos eran interesantes, aunque quizá un poco excesivas. Con todo, uno tenía la sensación de estar ante algo genuino, y eso es algo a tener en cuenta.
La noche se cerró con Animal Collective, en un concierto que me despertaba mucho interés. Lamentablemente, la banda no cubrió las espectativas en absoluto. Si su música se sustenta sobre conceptos como modernidad u originalidad, estamos apañados; el grupo no tiene nada ni de moderno ni de original. Y no sólo eso, por mucho que lo buscara, no conseguía encontrar un atisbo de talento en lo que sucedía en el escenario. Lo que veía parecía, simplemente, un grupito de tres chavales jugando con sus cacharritos para hacer una música que en apariencia era muy simple, y en la que profundizando uno descubría que era más simple de lo que aparentaba.
Un ídolo con pies de barro más, de estos que construyen algunas publicaciones y medios, para destruirlo cuando lleguen los siguientes.
Al salir del Kursaal, Vetusta Morla estaba tocando en el Escenario Verde ante un grupo de gente bastante más multitudinario, que también se lo estaba pasando mejor. Y es que a veces es mejor hacer algo sencillito adrede, para que la gente disfrute.
Yesterday’s day brought us two big disappointments.
At the beginning of the evening, Esperanza Spalding offered a poor concert in the Trinidad Square , very poor indeed. Spalding is skilled at the double-bass, but her music is beginning to smell as piped music, something not good for her. Besides, being able to sing reasonably well and doing it constantly are very different things. Anyway, time will tell where this girl’s career is aiming at.
Later, Randy Weston and his African Rhythm Quintet and the Master Gnawa Musicians of Morocoo were to perform. Weston is one of the great alive classics and watching him is always a big pleasure. The same happens with the veteran Benny Powell, as well as with Talib Kibwe (TK Blue), Neil Clarke or Alex Blake. The five of them offered us wonderful moments, among which a glorious version of “African Cookbook” standed out. The Moroccan musicians’ parts of the concert were interesting, although perhaps a little bit excessive. All in all, one felt as being in front of something genuine, and that is something to bear in mind.
Last night finished up with Animal Collective, a concert I was looking forward to. Unfortunately, the band failed to live up to my expectations. If their music pretends to be based on concepts such as modernity or originality, we are done; this band is lacking in both of them. What is more, hard as I tried I couldn’t find even a little hint of talent in what it was happening on stage. It was merely a group of three youngsters playing with their gadgets in order to do an apparently simple music that, afterwards, turned out to be even much simpler.
Another idol made of mud, one of those created by publications and the media, to be destroyed as soon as the next one appears.
On leaving the Kursaal, Vetusta Morla was playing on the Green Stage in front of a much bigger audience, which were also enjoying themselves much more. Obviously, sometimes is better to do something simple on purpose to have people happy.
Al empezar la noche, Esperanza Spalding ofreció en la Plaza de la Trinidad un concierto blando, blandísimo en realidad. Spalding tiene mano con el contrabajo, pero el tufillo a hilo musical que está cogiendo su música no le viene nada bien. Sin contar con que una cosa es poder cantar razonablemente bien, y otra que sea una gran idea hacerlo constantemente. En fin, el tiempo dirá hacia donde va la carrera de esta chica.
Después actuaba Randy Weston con su African Rhythm Quintet y los Master Gnawa Musicians of Morocco. Weston es uno de los grandes clásicos vivos y siempre es un placer verle. Lo mismo ocurre con el veterano Benny Powell, como con Talib Kibwe (TK Blue), Neil Clarke o Alex Blake. Los cinco nos brindaron momentos estupendos, entre los que destacó una gloriosa revisitación de "African Cookbook". Las partes del concierto protagonizadas por los músicos de marruecos eran interesantes, aunque quizá un poco excesivas. Con todo, uno tenía la sensación de estar ante algo genuino, y eso es algo a tener en cuenta.
La noche se cerró con Animal Collective, en un concierto que me despertaba mucho interés. Lamentablemente, la banda no cubrió las espectativas en absoluto. Si su música se sustenta sobre conceptos como modernidad u originalidad, estamos apañados; el grupo no tiene nada ni de moderno ni de original. Y no sólo eso, por mucho que lo buscara, no conseguía encontrar un atisbo de talento en lo que sucedía en el escenario. Lo que veía parecía, simplemente, un grupito de tres chavales jugando con sus cacharritos para hacer una música que en apariencia era muy simple, y en la que profundizando uno descubría que era más simple de lo que aparentaba.
Un ídolo con pies de barro más, de estos que construyen algunas publicaciones y medios, para destruirlo cuando lleguen los siguientes.
Al salir del Kursaal, Vetusta Morla estaba tocando en el Escenario Verde ante un grupo de gente bastante más multitudinario, que también se lo estaba pasando mejor. Y es que a veces es mejor hacer algo sencillito adrede, para que la gente disfrute.
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At the beginning of the evening, Esperanza Spalding offered a poor concert in the Trinidad Square , very poor indeed. Spalding is skilled at the double-bass, but her music is beginning to smell as piped music, something not good for her. Besides, being able to sing reasonably well and doing it constantly are very different things. Anyway, time will tell where this girl’s career is aiming at.
Later, Randy Weston and his African Rhythm Quintet and the Master Gnawa Musicians of Morocoo were to perform. Weston is one of the great alive classics and watching him is always a big pleasure. The same happens with the veteran Benny Powell, as well as with Talib Kibwe (TK Blue), Neil Clarke or Alex Blake. The five of them offered us wonderful moments, among which a glorious version of “African Cookbook” standed out. The Moroccan musicians’ parts of the concert were interesting, although perhaps a little bit excessive. All in all, one felt as being in front of something genuine, and that is something to bear in mind.
Last night finished up with Animal Collective, a concert I was looking forward to. Unfortunately, the band failed to live up to my expectations. If their music pretends to be based on concepts such as modernity or originality, we are done; this band is lacking in both of them. What is more, hard as I tried I couldn’t find even a little hint of talent in what it was happening on stage. It was merely a group of three youngsters playing with their gadgets in order to do an apparently simple music that, afterwards, turned out to be even much simpler.
Another idol made of mud, one of those created by publications and the media, to be destroyed as soon as the next one appears.
On leaving the Kursaal, Vetusta Morla was playing on the Green Stage in front of a much bigger audience, which were also enjoying themselves much more. Obviously, sometimes is better to do something simple on purpose to have people happy.
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jueves, 23 de julio de 2009
44 Heineken Jazzaldia - Día 1/Day 1 (Dave Douglas, Brad Mehldau, Micah P. Hinson) - ESPAÑOL/ENGLISH
Ayer comenzó el Festival de Jazz de San Sebastián, y lo hizo con el nuevo proyecto de uno de los grandes del jazz de los últimos años: Dave Douglas.
El trompetista presentaba su nuevo grupo, Brass Ecstasy, y su nuevo disco, Spirit Moves. El concierto fue precioso, tal y como era de esperar. Douglas, Luis Bonilla y Vincent Chancey tuvieron momentos memorables, así como la excepcional rítmica de Marcus Rojas y Nasheet Waits. Una forma extraordinaria de inaugurar el Jazzaldia, que dejó un magnífico sabor de boca al público donostiarra con el segundo y último bis: una deliciosa versión del "I'll Be There" de los Jackson 5.
Brad Mehldau ofreció un recital a piano solo imaginativo e inquieto. El pianista interpretó varias piezas con más ("Secret Love") o menos ("My Favorite Things") éxito, pero en todo momento resultó interesante. Abrió con "Got Me Wrong" de Alice In Chains para seguir con "Secret Love" y un frenético "Get Happy". Mehldau abarcó casi todos sus registros y, aunque fue un poco a la deriva en algunos temas, su directo es fantástico. La influencia de Jarrett sigue siendo muy evidente, pero Mehldau tiene un montón de recursos propios, y sabe utilizarlos. No hubo versión de Radiohead, pero si de Massive Attack, además de un precioso "This Here" que nos dejó boquiabiertos. Al final, cuatro bises (entre los que destacaron un precioso "Cry Me A River" y su habitual "River Man" de Nick Drake) y 100 minutos de actuación en total, dejaron al público encantado.
Con Micah P. Hinson pasó algo parecido, aunque completamente al contrario. Su concierto bien puede ser el más chapucero y poco profesional que he visto sobre un escenario. Hinson paró la actuación en numerosas ocasiones, bien porque se equivocaba (él o su banda), bien porque no estaba afinado, porque no funcionaba algo o porque, simplemente, se le cruzaba un cable. No es la primera vez que le veía en directo, y es un tipo que me gusta (aunque considero que está un tanto sobrevalorado), pero lo de ayer no tiene nombre.
Una pena. Aunque tampoco parecía importarle demasiado.
Afortunadamente, el Jazzaldia sigue adelante. ¡Seguiremos informando!
Yesterday started the San Sebastian Jazz Festival with the new project of one of the biggest jazz musicians of the latest years: Dave Douglas.
The trumpet player introduced his new band, Brass Ecstasy, and his new album, Spirit Moves. The concert was gorgeous, as expected. Douglas, Luis Bonilla and Vincent Chancey had memorable moments, as well as the exceptional rhythm section of Marcus Rojas and Nasheet Waits. It was an extraordinary way to inaugurate the Jazzaldia, which left the audience of San Sebastian a wonderful feeling with his second and last encore: a delightful version of the Jackson 5’s “I’ll be there”.
Brad Mehldau offered an imaginative and lively solo recital. The pianist performed some pieces with more (“Secret Love”) or less (“My favorite Things”) success, but interesting always. He opened with Alice in Chains’ “Got Me Wrong” to continue with “Secret Love” and a frenetic “Get Happy”. Mehldau covered almost all his musical range and, despite going adrift sometimes, his live playing is fantastic. Jarrett’s influence is still quite obvious, but Melhdau has plenty of personal resources, and he knows well how to take advantage of them. There was no Radiohead cover this time, but instead there was a Massive Attack one, in addition to a wonderful “This Here” which left us absolutely flabbergasted. At the end, four encores (among which a precious “Cry Me A River” and his usual Nick Drake’s “River Man” must be highlighted) and over 100 minutes of performances left the audience delighted.
Something similar happened with Micah P. Hinson, but in the opposite way. His concert may well be the most slapdash and the less professional I have ever seen on stage. Hinson stopped the concert on numerous occasions, either because he or his band made mistakes or because he was off-key, because something was not working or simply because he got all mixed up. It wasn’t the first time I watched him live and I really like him (although I consider him quite overestimated), buy yesterday´s gig is unspeakable.
A real pity, though he seemed as if he didn´t care at all.
Fortunately, the Jazzaldia goes on. I´ll keep you informed!
El trompetista presentaba su nuevo grupo, Brass Ecstasy, y su nuevo disco, Spirit Moves. El concierto fue precioso, tal y como era de esperar. Douglas, Luis Bonilla y Vincent Chancey tuvieron momentos memorables, así como la excepcional rítmica de Marcus Rojas y Nasheet Waits. Una forma extraordinaria de inaugurar el Jazzaldia, que dejó un magnífico sabor de boca al público donostiarra con el segundo y último bis: una deliciosa versión del "I'll Be There" de los Jackson 5.
Brad Mehldau ofreció un recital a piano solo imaginativo e inquieto. El pianista interpretó varias piezas con más ("Secret Love") o menos ("My Favorite Things") éxito, pero en todo momento resultó interesante. Abrió con "Got Me Wrong" de Alice In Chains para seguir con "Secret Love" y un frenético "Get Happy". Mehldau abarcó casi todos sus registros y, aunque fue un poco a la deriva en algunos temas, su directo es fantástico. La influencia de Jarrett sigue siendo muy evidente, pero Mehldau tiene un montón de recursos propios, y sabe utilizarlos. No hubo versión de Radiohead, pero si de Massive Attack, además de un precioso "This Here" que nos dejó boquiabiertos. Al final, cuatro bises (entre los que destacaron un precioso "Cry Me A River" y su habitual "River Man" de Nick Drake) y 100 minutos de actuación en total, dejaron al público encantado.
Con Micah P. Hinson pasó algo parecido, aunque completamente al contrario. Su concierto bien puede ser el más chapucero y poco profesional que he visto sobre un escenario. Hinson paró la actuación en numerosas ocasiones, bien porque se equivocaba (él o su banda), bien porque no estaba afinado, porque no funcionaba algo o porque, simplemente, se le cruzaba un cable. No es la primera vez que le veía en directo, y es un tipo que me gusta (aunque considero que está un tanto sobrevalorado), pero lo de ayer no tiene nombre.
Una pena. Aunque tampoco parecía importarle demasiado.
Afortunadamente, el Jazzaldia sigue adelante. ¡Seguiremos informando!
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Yesterday started the San Sebastian Jazz Festival with the new project of one of the biggest jazz musicians of the latest years: Dave Douglas.
The trumpet player introduced his new band, Brass Ecstasy, and his new album, Spirit Moves. The concert was gorgeous, as expected. Douglas, Luis Bonilla and Vincent Chancey had memorable moments, as well as the exceptional rhythm section of Marcus Rojas and Nasheet Waits. It was an extraordinary way to inaugurate the Jazzaldia, which left the audience of San Sebastian a wonderful feeling with his second and last encore: a delightful version of the Jackson 5’s “I’ll be there”.
Brad Mehldau offered an imaginative and lively solo recital. The pianist performed some pieces with more (“Secret Love”) or less (“My favorite Things”) success, but interesting always. He opened with Alice in Chains’ “Got Me Wrong” to continue with “Secret Love” and a frenetic “Get Happy”. Mehldau covered almost all his musical range and, despite going adrift sometimes, his live playing is fantastic. Jarrett’s influence is still quite obvious, but Melhdau has plenty of personal resources, and he knows well how to take advantage of them. There was no Radiohead cover this time, but instead there was a Massive Attack one, in addition to a wonderful “This Here” which left us absolutely flabbergasted. At the end, four encores (among which a precious “Cry Me A River” and his usual Nick Drake’s “River Man” must be highlighted) and over 100 minutes of performances left the audience delighted.
Something similar happened with Micah P. Hinson, but in the opposite way. His concert may well be the most slapdash and the less professional I have ever seen on stage. Hinson stopped the concert on numerous occasions, either because he or his band made mistakes or because he was off-key, because something was not working or simply because he got all mixed up. It wasn’t the first time I watched him live and I really like him (although I consider him quite overestimated), buy yesterday´s gig is unspeakable.
A real pity, though he seemed as if he didn´t care at all.
Fortunately, the Jazzaldia goes on. I´ll keep you informed!
martes, 21 de julio de 2009
Walter Blanding - The Olive Tree (1999)
Seguimos dentro del mainstream y con otro sideman de Wynton Marsalis: Walter Blanding. Desde que el joven saxofonista formase parte de los Tough Young Tenors al principio de su carrera, su lenguaje y su sonido han ido madurando poco a poco.
La otra noche, en la misma jam session que menciono en el anterior post, Blanding sorprendió a todo el mundo con su saxo tenor musculoso, enérgico y dúctil.
Su único disco como líder es este The Olive Tree, que publicó el sello holandés Criss Cross hace diez años. En él encontramos post-bop bien facturado por un quinteto de músicos muy solventes: Ryan Kisor, Farid Barron, Rodney Whitaker, Rodney Green y el propio líder. Buenos arreglos, buenas improvisaciones y un prometedor saxofonista en el que se escuchan ecos tanto de Coltrane como de Hank Mobley, y que sabe construir su discurso con serenidad y perspicacia.
Blanding me comentó el pasado sábado que dentro de un mes volverá a entrar en un estudio de grabación para lo que será su segundo álbum, que en principio será editado por el sello del propio saxofonista.
Habiendo escuchado su tremenda evolución desde que grabó The Olive Tree, creo que puede ser un disco muy interesante. Estaremos atentos.
La otra noche, en la misma jam session que menciono en el anterior post, Blanding sorprendió a todo el mundo con su saxo tenor musculoso, enérgico y dúctil.
Su único disco como líder es este The Olive Tree, que publicó el sello holandés Criss Cross hace diez años. En él encontramos post-bop bien facturado por un quinteto de músicos muy solventes: Ryan Kisor, Farid Barron, Rodney Whitaker, Rodney Green y el propio líder. Buenos arreglos, buenas improvisaciones y un prometedor saxofonista en el que se escuchan ecos tanto de Coltrane como de Hank Mobley, y que sabe construir su discurso con serenidad y perspicacia.
Blanding me comentó el pasado sábado que dentro de un mes volverá a entrar en un estudio de grabación para lo que será su segundo álbum, que en principio será editado por el sello del propio saxofonista.
Habiendo escuchado su tremenda evolución desde que grabó The Olive Tree, creo que puede ser un disco muy interesante. Estaremos atentos.
lunes, 20 de julio de 2009
Dan Nimmer - Kelly Blue (2006)
Si tengo que citar a pianistas jovenes que considero que tienen talento y capacidad para hacer cosas realmente interesantes en el futuro, me vienen a la cabeza -aunque olvido muchos, seguro- Lafayette Gilchrist, Yaron Herman, Danny Grissett, Aaron Parks, Jonathan Batiste, Gerald Clayton y, por supuesto, Dan Nimmer.
Una cosa es estudiar la tradición y otra asimilarla e interiorizarla al máximo. Eso es lo que le pasa a Dan Nimmer, un pianista cuyo discurso suena moderno y al mismo tiempo, terriblemente influenciado por los grandes maestros.
Nimmer me llamó la atención desde la primera vez que le escuché, en el disco de Wynton Marsalis From The Plantation To The Penitentiary. En su estilo podemos percibir a Erroll Garner, Phineas Newborn, Oscar Peterson o Wynton Kelly, sin renunciar a la tensión y el riesgo de doctrinas más modernas.
El pasado sábado, tras el concierto en Vitoria de la Lincoln Center Jazz Orchestra, Nimmer protagonizó junto a otros compañeros de la orquesta una cálida jam session en la que nos brindó algunos solos espectaculares.
Eso me ha dado la excusa perfecta para reescuchar este Kelly Blue, un homenaje a Wynton Kelly, en el que Nimmer se acompaña de John Webber y Jimmy Cobb.
Mainstream de primera calidad, por un chaval al que no hay que perder de vista.
Una cosa es estudiar la tradición y otra asimilarla e interiorizarla al máximo. Eso es lo que le pasa a Dan Nimmer, un pianista cuyo discurso suena moderno y al mismo tiempo, terriblemente influenciado por los grandes maestros.
Nimmer me llamó la atención desde la primera vez que le escuché, en el disco de Wynton Marsalis From The Plantation To The Penitentiary. En su estilo podemos percibir a Erroll Garner, Phineas Newborn, Oscar Peterson o Wynton Kelly, sin renunciar a la tensión y el riesgo de doctrinas más modernas.
El pasado sábado, tras el concierto en Vitoria de la Lincoln Center Jazz Orchestra, Nimmer protagonizó junto a otros compañeros de la orquesta una cálida jam session en la que nos brindó algunos solos espectaculares.
Eso me ha dado la excusa perfecta para reescuchar este Kelly Blue, un homenaje a Wynton Kelly, en el que Nimmer se acompaña de John Webber y Jimmy Cobb.
Mainstream de primera calidad, por un chaval al que no hay que perder de vista.
domingo, 19 de julio de 2009
Charlie Haden / Paul Motian feat. Geri Allen - Etudes (1987)
Primera colaboración de este maravilloso trío y también, con toda probabilidad, su mejor registro en estudio.
Nadie diría la diferencia generacional de Allen con Haden y Motian. El grupo y la música respiran de manera increíble.
Uno de esos discos para escuchar con el "repeat" activado, hasta que se acabe el día.
Nadie diría la diferencia generacional de Allen con Haden y Motian. El grupo y la música respiran de manera increíble.
Uno de esos discos para escuchar con el "repeat" activado, hasta que se acabe el día.
viernes, 17 de julio de 2009
Nat Adderley - Work Song (1960), por Naiel Ibarrola
Inauguro una nueva sección de este blog con el presente post. Bajo el epígrafe "firmas invitadas", algunos amigos y vecinos de la comunidad musical (y alrededores), comentarán "su disco", del día o de lo que quieran.
Naiel Ibarrola: Nat Adderley - Work Song (1960)
Pincha en la imagen para agrandar.
Nota: Pinchando en la portada del disco, puedes escucharlo en Spotify.
Esta sección empieza con el amigo Naiel Ibarrola, joven ilustrador, compañero en Cuadernos de Jazz y hombre multimedia. El disco que ha elegido es una pequeña joya del catálogo Riverside, con nombres como Wes Montgomery, Sam Jones, Bobby Timmons, Percy Heath, Keter Betts o Louis Hayes. Su manera de comentarlo es de lo más particular. Aquí lo tenéis.
Naiel Ibarrola: Nat Adderley - Work Song (1960)
Pincha en la imagen para agrandar.
Nota: Pinchando en la portada del disco, puedes escucharlo en Spotify.
jueves, 16 de julio de 2009
Placebo - Battle For The Sun (2009)
La verdad es que tenía a Placebo algo apartado de mi cabeza desde hace unos años; hasta el sábado pasado.
Después de su fantástica actuación -uno de los mejores conciertos de rock que he visto- en el Bilbao Live Festival, mi interés por esta banda renació.
Without You I'm Nothing, Sleeping With Ghosts y, especialmente Black Market Music me parecen discos estupendos, pero Battle For The Sun tiene algo especial (aunque no se hasta que punto tengo esta sensación influenciado por el mencionado concierto).
Diré que, si no recuerdo mal, el grupo tocó en directo once de los trece temas de su nuevo trabajo, ni más ni menos. A pesar de ser temas desconocidos para mi, su ingeniosa sencillez y sus lugares comunes me hicieron disfrutar de cada uno de ellos como si fueran algunas de mis canciones favoritas.
Brian Molko y los suyos presentan Battle For The Sun como un giro hacia una música más luminosa y optimista. Lo que es seguro es que el grupo ha abandonado cierta gravedad y se apoya más en la melodía y en temas de armonía más sencilla, sin perder contundencia (al contrario, la presencia del nuevo y brutal batería ha mejorado mucho la banda) ni su caracteristico aire Glam. La voz de Molko también se ha alejado un poco de su habitual nasalidad y suena mejor que nunca.
Este disco es más simple, más amable, más pop y más pegadizo, pero igual de personal. Puede que algunos detalles recuerden a The Cure, algunos estribillos a U2, etc, pero es innegable que Battle For The Sun es puro Placebo.
Creo que debería distanciarme un poco en el tiempo del concierto de la semana pasada para decidir si es su mejor disco, pero papeletas tiene, y unas cuantas.
Nota: El disco aún no está en Spotify, pero sí el primer single, "For What It's Worth". Pinchando en la portada puedes escucharlo.
Después de su fantástica actuación -uno de los mejores conciertos de rock que he visto- en el Bilbao Live Festival, mi interés por esta banda renació.
Without You I'm Nothing, Sleeping With Ghosts y, especialmente Black Market Music me parecen discos estupendos, pero Battle For The Sun tiene algo especial (aunque no se hasta que punto tengo esta sensación influenciado por el mencionado concierto).
Diré que, si no recuerdo mal, el grupo tocó en directo once de los trece temas de su nuevo trabajo, ni más ni menos. A pesar de ser temas desconocidos para mi, su ingeniosa sencillez y sus lugares comunes me hicieron disfrutar de cada uno de ellos como si fueran algunas de mis canciones favoritas.
Brian Molko y los suyos presentan Battle For The Sun como un giro hacia una música más luminosa y optimista. Lo que es seguro es que el grupo ha abandonado cierta gravedad y se apoya más en la melodía y en temas de armonía más sencilla, sin perder contundencia (al contrario, la presencia del nuevo y brutal batería ha mejorado mucho la banda) ni su caracteristico aire Glam. La voz de Molko también se ha alejado un poco de su habitual nasalidad y suena mejor que nunca.
Este disco es más simple, más amable, más pop y más pegadizo, pero igual de personal. Puede que algunos detalles recuerden a The Cure, algunos estribillos a U2, etc, pero es innegable que Battle For The Sun es puro Placebo.
Creo que debería distanciarme un poco en el tiempo del concierto de la semana pasada para decidir si es su mejor disco, pero papeletas tiene, y unas cuantas.
Nota: El disco aún no está en Spotify, pero sí el primer single, "For What It's Worth". Pinchando en la portada puedes escucharlo.
miércoles, 15 de julio de 2009
The Jones Brothers - Keepin' Up With The Joneses (1958)
Mediante la expresión coloquial "Keepin' Up With The Joneses", los hermanos Thad, Hank y Elvin Jones grabaron en 1958 este disco de portada y espíritu familiar.
Lo que podría haber sido una reunión anecdótica resulta ser un disco sólido, relajado y muy disfrutable. Acompañando a los hermanos está Eddie Jones, contrabajista discreto de apellido más que adecuado. Yo hubiese preferido a Sam Jones, pero esto es irrelevante.
Los tres hermanos están soberbios, con especial mención al maravilloso fliscorno de Thad y al trabajo con las escobillas de Elvin. Hank es Hank, lo que no es poco.
Una pequeña joya reeditada en 1999 dentro de la Verve Elite Edition. Muchos dirían que es una obra menor, pero creo que merece la pena, y mucho.
Lo que podría haber sido una reunión anecdótica resulta ser un disco sólido, relajado y muy disfrutable. Acompañando a los hermanos está Eddie Jones, contrabajista discreto de apellido más que adecuado. Yo hubiese preferido a Sam Jones, pero esto es irrelevante.
Los tres hermanos están soberbios, con especial mención al maravilloso fliscorno de Thad y al trabajo con las escobillas de Elvin. Hank es Hank, lo que no es poco.
Una pequeña joya reeditada en 1999 dentro de la Verve Elite Edition. Muchos dirían que es una obra menor, pero creo que merece la pena, y mucho.
martes, 14 de julio de 2009
Joachim Kühn / Majid Bekkas / Ramón López - Out Of The Desert (2009)
Out Of The Desert es mucho más que una secuela de Kalimba (cuya reseña recuperé en este mismo blog hace unos meses); es una nueva vuelta de tuerca a la fascinante fusión que practica este trío.
Ya está disponible en la web de Cuadernos de Jazz mi reseña de esta última aventura de Kühn, Bekkas y López; un disco que se sitúa entre los mejores discos del año mediante una música en la que confluyen diferentes doctrinas, sin diluirse.
Pinchando aquí puedes leer la reseña completa.
Ya está disponible en la web de Cuadernos de Jazz mi reseña de esta última aventura de Kühn, Bekkas y López; un disco que se sitúa entre los mejores discos del año mediante una música en la que confluyen diferentes doctrinas, sin diluirse.
Pinchando aquí puedes leer la reseña completa.
lunes, 13 de julio de 2009
King Oliver - From New Orleans To Chicago (1923-29)
Ésta no es una recopilación particularmente popular, pero a mí me abrió los oídos a un nombre ineludible del génesis del jazz: Joe "King" Oliver.
Pionero e impulsor de la improvisacion colectiva, mentor de Louis Armstrong y buque insignia del jazz de Nueva Orleans en el primer cuarto del siglo XX, Oliver es una figura importantísima que conviene reescuchar de vez en cuando.
Este viejo LP, que se reeditó en España dentro de la colección "Maestros del Jazz" de Planeta-Agostini en 1989, define con su título el éxodo que vivieron tantos músicos, partiendo de Nueva Orleans con rumbo a Chicago. Oliver, en cierta forma, no sobrevivió al aspecto musical de esa migración.
La primera cara del disco contiene siete cortes grabados en 1923 por la King Oliver's Jazz Band, en la que militaban Armstrong, Johnny y Baby Dodds, Johnny St. Cyr, Lil Hardin o Jimmie Noone, entre otros. Cosa fina.
La segunda está dedicada a Oliver como cornetista y al servicio de otros, en grabaciones a nombre de los Clarence Williams' Novelty Four -con Eddie Lang y Justin Ring- ("In the Bottle Blues" y "What Ya Want Me to Do?"), Blind Willie Dunn's Gin Bottle Four -Dunn era un seudónimo que utilizaba Eddie Lang cuando tocaba junto a Lonnie Johnson- ("Jet Black Blues" y "Blue Blood Blues"), Alger "Texas" Alexander ("Tell Me Woman Blues" y "Frisco Train Blues", en trío con Oliver, Clarence Williams y Alexander) y Hazel Scott acompañada por Oliver y Clarence Williams ("West End Blues" y "Get Up Off Your Knees").
En realidad From New Orleans To Chicago no es un disco fácil de encontrar, ni particularmente recomendado para descubrir el legado de Oliver, pero es el que me tocó a mi.
El The Complete 1923 Jazz Band Recordings (Off The Record/Archeophone Records, 2006) que reseñó Fernando Ortiz de Urbina en el número 105 de Cuadernos de Jazz (marzo/abril 2008) parece una estupenda edición por la que empezar. Lo que no se es si es fácil conseguirlo.
Nota: No encuentro portada del disco original y, una vez más, me siento incapaz de fotografiar mi ejemplar, así que el texto va acompañado de un par de imagenes sobre Oliver. Gracias por vuestra comprensión.
Pionero e impulsor de la improvisacion colectiva, mentor de Louis Armstrong y buque insignia del jazz de Nueva Orleans en el primer cuarto del siglo XX, Oliver es una figura importantísima que conviene reescuchar de vez en cuando.
Este viejo LP, que se reeditó en España dentro de la colección "Maestros del Jazz" de Planeta-Agostini en 1989, define con su título el éxodo que vivieron tantos músicos, partiendo de Nueva Orleans con rumbo a Chicago. Oliver, en cierta forma, no sobrevivió al aspecto musical de esa migración.
La primera cara del disco contiene siete cortes grabados en 1923 por la King Oliver's Jazz Band, en la que militaban Armstrong, Johnny y Baby Dodds, Johnny St. Cyr, Lil Hardin o Jimmie Noone, entre otros. Cosa fina.
La segunda está dedicada a Oliver como cornetista y al servicio de otros, en grabaciones a nombre de los Clarence Williams' Novelty Four -con Eddie Lang y Justin Ring- ("In the Bottle Blues" y "What Ya Want Me to Do?"), Blind Willie Dunn's Gin Bottle Four -Dunn era un seudónimo que utilizaba Eddie Lang cuando tocaba junto a Lonnie Johnson- ("Jet Black Blues" y "Blue Blood Blues"), Alger "Texas" Alexander ("Tell Me Woman Blues" y "Frisco Train Blues", en trío con Oliver, Clarence Williams y Alexander) y Hazel Scott acompañada por Oliver y Clarence Williams ("West End Blues" y "Get Up Off Your Knees").
En realidad From New Orleans To Chicago no es un disco fácil de encontrar, ni particularmente recomendado para descubrir el legado de Oliver, pero es el que me tocó a mi.
El The Complete 1923 Jazz Band Recordings (Off The Record/Archeophone Records, 2006) que reseñó Fernando Ortiz de Urbina en el número 105 de Cuadernos de Jazz (marzo/abril 2008) parece una estupenda edición por la que empezar. Lo que no se es si es fácil conseguirlo.
Nota: No encuentro portada del disco original y, una vez más, me siento incapaz de fotografiar mi ejemplar, así que el texto va acompañado de un par de imagenes sobre Oliver. Gracias por vuestra comprensión.
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sábado, 11 de julio de 2009
Muggsy Spanier - And His Dixieland Band (1950-52)
Hace poco se recuperó en una edición bastante económica este disco de Muggsy Spanier, publicado originalmente por Mercury.
El delicioso tono del cornetista se acompaña de algunos nombres poco conocidos -aunque remarcables- del dixieland, como George Brunes, Darnell Howard y de grandes como Big Sid Catlett o Barrett Deems.
A mi, particularmente, me provoca una sensación agradabilísima el mero hecho de escuchar el manejo de la sordina y el sonido cálido de Spanier. Una maravilla.
Nota: Pinchando en la portada se puede escuchar el disco en Spotify. Como el álbum no estaba disponible tal cual, he creado una lista de reproducción a partir de una reedición de grabaciones completas. El orden de la lista de reproducción a la que se accede pinchando la portada es el mismo que el del disco aquí comentado.
El delicioso tono del cornetista se acompaña de algunos nombres poco conocidos -aunque remarcables- del dixieland, como George Brunes, Darnell Howard y de grandes como Big Sid Catlett o Barrett Deems.
A mi, particularmente, me provoca una sensación agradabilísima el mero hecho de escuchar el manejo de la sordina y el sonido cálido de Spanier. Una maravilla.
Nota: Pinchando en la portada se puede escuchar el disco en Spotify. Como el álbum no estaba disponible tal cual, he creado una lista de reproducción a partir de una reedición de grabaciones completas. El orden de la lista de reproducción a la que se accede pinchando la portada es el mismo que el del disco aquí comentado.
jueves, 9 de julio de 2009
Jemeel Moondoc / William Parker - New World Pygmies (1998)
Un disco fascinante este.
Teniendo en cuenta que llevar a cabo un dúo de contrabajo y saxo alto basado en la interacción y la improvisación (¡¡y en directo!!) ya tiene su mérito, que sea exitoso es algo digno de mención.
Claro que aquí los dos implicados son Jemeel Moondoc y William Parker, músicos excelentes, grandes conocedores de la música interpretada y de sí mismos. Así cualquiera.
Creo que hay una segunda parte de New World Pygmies, en esta ocasión en trío. Me la tengo que agenciar porque, si es la mitad de buena que esta, va a merecer la pena.
Teniendo en cuenta que llevar a cabo un dúo de contrabajo y saxo alto basado en la interacción y la improvisación (¡¡y en directo!!) ya tiene su mérito, que sea exitoso es algo digno de mención.
Claro que aquí los dos implicados son Jemeel Moondoc y William Parker, músicos excelentes, grandes conocedores de la música interpretada y de sí mismos. Así cualquiera.
Creo que hay una segunda parte de New World Pygmies, en esta ocasión en trío. Me la tengo que agenciar porque, si es la mitad de buena que esta, va a merecer la pena.
miércoles, 8 de julio de 2009
Ernie Royal - Accent On Trumpet (1955)
Para cuando Ernie Royal grabó este disco (su única referencia como líder) para el minúsculo sello Urania, ya había trabajado para Count Basie, Woody Herman, Duke Ellington, Charlie Barnet y Stan Kenton, entre otros. Tela marinera.
Con una técnica sobresaliente, una sonoridad flexible y la extraña capacidad de tocar evocando tanto a trompetistas clásicos como a boppers, Royal fue uno de esos músicos esquivos que hay que redescubrir de vez en cuando.
Acompañado por músicos de primera (de los que tengo que hablar aquí cuanto antes) como Billy Taylor, George Barnes, Osie Johnson y mi adorado Oscar Pettiford, esta sesión alberga momentos maravillosos.
En la reedición de Fresh Sound también hay ocho cortes grabados en Paris en 1950 (algunos de ellos fueron publicados por Xanadu), durante una escapada de la orquesta de Ellington. En ellos, podemos escuchar a James Moody o Russell Procope junto a franceses ilustres como Raymond Fol o Pierre Michelot.
Con una técnica sobresaliente, una sonoridad flexible y la extraña capacidad de tocar evocando tanto a trompetistas clásicos como a boppers, Royal fue uno de esos músicos esquivos que hay que redescubrir de vez en cuando.
Acompañado por músicos de primera (de los que tengo que hablar aquí cuanto antes) como Billy Taylor, George Barnes, Osie Johnson y mi adorado Oscar Pettiford, esta sesión alberga momentos maravillosos.
En la reedición de Fresh Sound también hay ocho cortes grabados en Paris en 1950 (algunos de ellos fueron publicados por Xanadu), durante una escapada de la orquesta de Ellington. En ellos, podemos escuchar a James Moody o Russell Procope junto a franceses ilustres como Raymond Fol o Pierre Michelot.
martes, 7 de julio de 2009
Tom Harrell - Prana Dance (2009)
He dicho en muchas ocasiones que Danny Grissett es uno de los pianistas jovenes más talentosos del momento.
Ahora mismo no estoy seguro de si he llegado a escribirlo en algún sitio pero, de no ser así, que quede aquí reflejado: con toda probabilidad, Grissett es uno de los grandes pianistas de los años venideros.
Tom Harrell le fichó hace tiempo para su quinteto, el mismo que grabó Light On (el anterior disco del trompetista), con Wayne Escoffery, Ugonna Okegwo y Johnathan Blake.
Prana Dance, aparecido hace unos días, es un excelente disco en el que escuchamos a un grupo en forma y compenetrado. Post-bop sencillo (aunque no tanto), muy bien compuesto y muy bien tocado. Casi nada.
Ahora mismo no estoy seguro de si he llegado a escribirlo en algún sitio pero, de no ser así, que quede aquí reflejado: con toda probabilidad, Grissett es uno de los grandes pianistas de los años venideros.
Tom Harrell le fichó hace tiempo para su quinteto, el mismo que grabó Light On (el anterior disco del trompetista), con Wayne Escoffery, Ugonna Okegwo y Johnathan Blake.
Prana Dance, aparecido hace unos días, es un excelente disco en el que escuchamos a un grupo en forma y compenetrado. Post-bop sencillo (aunque no tanto), muy bien compuesto y muy bien tocado. Casi nada.
lunes, 6 de julio de 2009
Avram Fefer / Bobby Few - Heavenly Places (2004)
No tengo yo muy escuchado a Avram Fefer. El tipo no es la bomba, pero no improvisa nada mal, saca un sonido muy particular al soprano y se acopla muy bien a Bobby Few, que sí es la bomba.
Heavenly Places, editado por el esquivo sello Boxholder, es un estupendo disco que se compone de tres temas a dúo: dos en directo y uno en estudio.
La música es bastante libre, aunque no se pierde la forma en casi ningún momento y todo fluye con mucha naturalidad. Ni cansa, ni satura, lo que tiene su mérito tratándose de un dúo de estas características.
E insisto: Bobby Few es la bomba.
Heavenly Places, editado por el esquivo sello Boxholder, es un estupendo disco que se compone de tres temas a dúo: dos en directo y uno en estudio.
La música es bastante libre, aunque no se pierde la forma en casi ningún momento y todo fluye con mucha naturalidad. Ni cansa, ni satura, lo que tiene su mérito tratándose de un dúo de estas características.
E insisto: Bobby Few es la bomba.
domingo, 5 de julio de 2009
Elliott Smith - Figure 8 (2000)
Algunas de las notas más hermosas compuestas durante la pasada década son obra de Elliott Smith.
Algunas de la mejores canciones de los últimos años también están firmadas por el desaparecido cantautor.
Su corta discografía es de visita obligada para entender el pop de los 90 y mucho del que vino después. Smith nunca fue un superventas (aunque pudo haberlo sido), pero su fragilidad marginal ha inspirado en secreto mucha música posterior.
Figure 8 es muy diferente a grabaciones más sencillas, como su disco homónimo o Either/Or, pero la magia de la música de Smith permanece intacta. Muchos lo critican por su instrumentación, más recargada y producida que en los títulos mencionados, pero a mi me encanta.
Tratándose de Elliott Smith, es absurdo anteponer unos discos a otros, porque todos son estupendos; retratos de un compositor excepcional, un cantante personal y un guitarrista excelente que se nos fue demasiado pronto.
Nota: Pinchando en la portada puedes escuchar el disco en Spotify.
Algunas de la mejores canciones de los últimos años también están firmadas por el desaparecido cantautor.
Su corta discografía es de visita obligada para entender el pop de los 90 y mucho del que vino después. Smith nunca fue un superventas (aunque pudo haberlo sido), pero su fragilidad marginal ha inspirado en secreto mucha música posterior.
Figure 8 es muy diferente a grabaciones más sencillas, como su disco homónimo o Either/Or, pero la magia de la música de Smith permanece intacta. Muchos lo critican por su instrumentación, más recargada y producida que en los títulos mencionados, pero a mi me encanta.
Tratándose de Elliott Smith, es absurdo anteponer unos discos a otros, porque todos son estupendos; retratos de un compositor excepcional, un cantante personal y un guitarrista excelente que se nos fue demasiado pronto.
Nota: Pinchando en la portada puedes escuchar el disco en Spotify.
viernes, 3 de julio de 2009
Michel Camilo - Spirit Of The Moment (2006)
Al igual que hice ayer con Omar Sosa, voy a recuperar aquí una reseña que escribí para Cuadernos de Jazz sobre este disco del pianista Michel Camilo, que actúa esta noche en Getxo.
La reseña original se publicó en mayo de 2007, en la edición impresa de la revista.
Acostumbrado al fútil intento de Camilo de contentar a todo el mundo en anteriores discos, sin definirse como pianista de jazz o de verbena en una constante tierra de nadie plagada de crispante pirotecnia, tengo que reconocer que este disco me ha sorprendido.
Tras su anterior grabación en trío, el decepcionante y aburrido Live At The Blue Note, nos hallamos ante un disco de jazz sin complejos, con el estilo virtuoso y latinizado de Camilo intacto, pero mucho más creíble e interesante que nunca.
En ello tiene mucho que ver Dafnis Prieto, joven revelación que aleja al pianista de escenarios proclives al efectismo barato; pero también el líder parece relajado e inspirado, a pesar de hundirse en algunos momentos en el pianismo farragoso y vulgar del que tanto abusa a veces.
Con todo, Camilo va en una dirección prometedora, siempre y cuando ponga su enorme talento y capacidad al servicio de música genuina.
Yahvé M. de la Cavada
La reseña original se publicó en mayo de 2007, en la edición impresa de la revista.
Acostumbrado al fútil intento de Camilo de contentar a todo el mundo en anteriores discos, sin definirse como pianista de jazz o de verbena en una constante tierra de nadie plagada de crispante pirotecnia, tengo que reconocer que este disco me ha sorprendido.
Tras su anterior grabación en trío, el decepcionante y aburrido Live At The Blue Note, nos hallamos ante un disco de jazz sin complejos, con el estilo virtuoso y latinizado de Camilo intacto, pero mucho más creíble e interesante que nunca.
En ello tiene mucho que ver Dafnis Prieto, joven revelación que aleja al pianista de escenarios proclives al efectismo barato; pero también el líder parece relajado e inspirado, a pesar de hundirse en algunos momentos en el pianismo farragoso y vulgar del que tanto abusa a veces.
Con todo, Camilo va en una dirección prometedora, siempre y cuando ponga su enorme talento y capacidad al servicio de música genuina.
Yahvé M. de la Cavada
jueves, 2 de julio de 2009
Omar Sosa - Live à FIP (2005)
Esta noche, el pianista cubano Omar Sosa tocará con su Afreecanos Quartet en el XXXIII festival de jazz de Getxo.
Curiosamente, la primera reseña que escribí para Cuadernos de Jazz -hace ya unos años-, fue de este disco de Sosa. Reescuchándolo, mi opinión no ha cambiado demasiado, así que recupero aquí la versión original de dicha reseña, publicada en marzo de 2007 en la edición impresa de la revista.
Omar Sosa es un buen pianista. Tiene un estilo ágil, un fraseo contundente y una sensibilidad que concilia cierta raíz europea con lo afrocubano. Pero dicho estilo, que parte de la condensación de varias doctrinas que aplica cómodamente a su música, puede llegar a ser su principal problema. Y es que después de escuchar repetidamente Live à FIP aún no se si el pianista pretende tocar jazz latino, world music, easy listening o post-free.
No hay que confundir eclectismo con incoherencia o fusión con una macedonia de estilos que va en pocos minutos de un tumbado a una brillante improvisación, pasando por un poco convincente pasaje de inspiración africana. Lo malo no es probar cosas, sino dar la sensación de ir a la deriva.
En Live à FIP hay muestras muy interesantes del pianismo de Sosa, pero quedan un tanto diluidas por un marco inconsistente y una banda que no aporta nada mas allá de la corrección, a excepción de un fantástico “Angá”, a quien esta dedicado póstumamente el disco.
Yahvé M. de la Cavada
Curiosamente, la primera reseña que escribí para Cuadernos de Jazz -hace ya unos años-, fue de este disco de Sosa. Reescuchándolo, mi opinión no ha cambiado demasiado, así que recupero aquí la versión original de dicha reseña, publicada en marzo de 2007 en la edición impresa de la revista.
Omar Sosa es un buen pianista. Tiene un estilo ágil, un fraseo contundente y una sensibilidad que concilia cierta raíz europea con lo afrocubano. Pero dicho estilo, que parte de la condensación de varias doctrinas que aplica cómodamente a su música, puede llegar a ser su principal problema. Y es que después de escuchar repetidamente Live à FIP aún no se si el pianista pretende tocar jazz latino, world music, easy listening o post-free.
No hay que confundir eclectismo con incoherencia o fusión con una macedonia de estilos que va en pocos minutos de un tumbado a una brillante improvisación, pasando por un poco convincente pasaje de inspiración africana. Lo malo no es probar cosas, sino dar la sensación de ir a la deriva.
En Live à FIP hay muestras muy interesantes del pianismo de Sosa, pero quedan un tanto diluidas por un marco inconsistente y una banda que no aporta nada mas allá de la corrección, a excepción de un fantástico “Angá”, a quien esta dedicado póstumamente el disco.
Yahvé M. de la Cavada
miércoles, 1 de julio de 2009
Dave Burrell - Momentum (2005)
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