miércoles, 17 de diciembre de 2008
Ken Vandermark / Pandelis Karayorgis - Foreground Music
Reseña Publicada en Tomajazz en octubre de 2007:
Lo malo de los artistas que trabajan con muchos planteamientos, formaciones e ideas musicales es que no siempre tienen éxito en sus proyectos. Por otro lado, lo bueno es que, en muchas ocasiones, el mero experimento ya es suficientemente enriquecedor, aunque en definitiva sea fallido.
No quiero dar una idea equivocada de mis impresiones de este CD que, es más, ha sido para mí una sorpresa especialmente grata. Ken Vandermark es precisamente uno de esos músicos polimórficos, capaces de sacarse de la manga cinco proyectos completamente diferentes en una semana. Al mismo tiempo, es un tipo muy propenso a los dúos, habiendo grabado algunos de los mas fantásticos de los últimos años (particularmente los dos volúmenes de Dual Pleasure con Paal Nilssen-Love), pero no es con los pianistas con quienes mejor se entiende.
Vandermark es un músico tremendamente centrado en aspectos rítmicos, y su música evita a menudo la presencia del piano. De hecho, en su disco Two Days In December, sus dúos con Sten Sandell, sin estar mal, no llegaban a cuajar, y eso se evidencia en particular al estar junto a colaboraciones más exitosas, como las de Raymond Strid o Kjell Nordeson.
Pues bien, Vandermark, además de componer específicamente para cada proyecto que tiene, es un artista en constante evolución, y esta grabación con el excepcional Pandelis Karayorgis es un muestrario de su interminable viaje musical y de su cada vez más asombrosa capacidad para improvisar con solvencia en cualquier ámbito. Karayorgis lleva unos cuantos años grabando interesantísimos discos para Leo en piano solo o trío (con Nate McBride y Randy Peterson), y es uno de esos pianistas cuyo interés es inversamente proporcional a su popularidad.
Vandermark dice en la carpetilla que el LP Spirits, de Lee Konitz y Sal Mosca es, en cierto modo, el germen de este proyecto. Desde luego, hay mucha más libertad aquí, pero todo el disco está marcado por una constante comunicación entre los dos solistas y el ambiente no deja de recordar a grabaciones como la mencionada. La música discurre natural, sin tiranteces ni los choques habituales en este tipo de dúos. Cada uno tiene su rol muy claro, y es Karayorgis el que construye el barco que conduce Vandermark, reafirmando lo imprescindible de cada uno de ellos.
Parece que el prolífico saxofonista ha encontrado una vía más por la que expulsar toda esa creatividad que lleva dentro. Confiemos en que siga explotándola, porque lo que contiene este disco merece mucho la pena.
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