Reseña publicada originalmente en Tomajazz en junio de 2009:
Reconozco que este disco me ha conquistado desde el primer momento. No solo por contar con dos de los saxofonistas más interesantes del momento, sino porque la música de Simon Jermyn me enganchó rápidamente, sin darme cuenta.
Creo que propuestas como esta son las que deben dibujar cierto segmento del futuro del jazz. Jermyn es un joven irlandés que parece tener multitud de referentes musicales y eso actúa en favor suyo, dotando a sus composiciones de un carácter muy apto para llamar la atención del oyente con facilidad.
Mediante un gran sentido de la melodía, los temas de este disco parecen desarrollarse de manera completamente natural, como si los músicos tomaran un motivo muy sencillo y se dejasen llevar por él hasta el final de la pieza. El concepto no es demasiado original, pero está tocado con gracia y con mucho gusto, y eso es suficiente para engatusar al abajo firmante.
También hay que tener en cuenta que gran parte del éxito de Trot A Mouse radica en Loren Stillman y Chris Speed, dos instrumentistas capaces de levantar un disco con su sola presencia. En un principio podría parecer que el estilo quebradizo del primero y el carácter cerebral del segundo no van a funcionar juntos, pero ambos muestran una gran compenetración, y resulta delicioso escucharles mano a mano.
Trot A Mouse es un disco de matices y de intensidad creciente; un disco en el que sumergirse despacio para dejar que nos arrastre su envolvente marea. Es mejor no pensar mucho en él y, simplemente, escucharlo. Como con la buena música, vaya.
Creo que propuestas como esta son las que deben dibujar cierto segmento del futuro del jazz. Jermyn es un joven irlandés que parece tener multitud de referentes musicales y eso actúa en favor suyo, dotando a sus composiciones de un carácter muy apto para llamar la atención del oyente con facilidad.
Mediante un gran sentido de la melodía, los temas de este disco parecen desarrollarse de manera completamente natural, como si los músicos tomaran un motivo muy sencillo y se dejasen llevar por él hasta el final de la pieza. El concepto no es demasiado original, pero está tocado con gracia y con mucho gusto, y eso es suficiente para engatusar al abajo firmante.
También hay que tener en cuenta que gran parte del éxito de Trot A Mouse radica en Loren Stillman y Chris Speed, dos instrumentistas capaces de levantar un disco con su sola presencia. En un principio podría parecer que el estilo quebradizo del primero y el carácter cerebral del segundo no van a funcionar juntos, pero ambos muestran una gran compenetración, y resulta delicioso escucharles mano a mano.
Trot A Mouse es un disco de matices y de intensidad creciente; un disco en el que sumergirse despacio para dejar que nos arrastre su envolvente marea. Es mejor no pensar mucho en él y, simplemente, escucharlo. Como con la buena música, vaya.
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