Para recordarle he estado escuchando esta pequeña joya de Dewey Redman en la que el contrabajista hace gala de su característico estilo, punzante y frenético.
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Aunque en Redman pueden escucharse ecos de Ornette, Coltrane y Ayler, es un saxofonista terriblemente personal y sólo suena a sí mismo, algo poco habitual en aquella época.
The Ear Of The Behearer se nutre de una receta que incluye blues, free y esa espiritualidad tan típica de aquellos años, pero ha soportado muy bien el paso del tiempo y es uno de los mejores discos de la carrera del saxofonista.
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