El sábado pasado actuó el quinteto de James Carter en el concierto con el que el ayuntamiento de Getxo homenajea anuálmente al gran Pío Lindegaard (evento en el que el año pasado pudimos ver a Marc Copland con Greg Osby).
Antes del concierto (del que hablaré en otro momento), decidí reescuchar levemente al saxofonista y qué mejor disco para hacerlo que el último (el que venía a presentar a Getxo, por cierto).
Carter es un tipo cuya discografía ha dado demasiados bandazos, acostumbrado a grabar directos buenrrollistas e intrascendentes con amiguetes y proyectos tan diferentes como dispersos.
Present Tense ha significado su vuelta a un modelo discográfico sencillo pero efectivo, con la suficiente planificación e intención como para no ser un esfuerzo tibio y, al mismo tiempo, distendido y relajado, evitando así la pretenciosidad de algunas de sus otras grabaciones. En ello tiene mucho que ver, con toda probabilidad, el gran productor Michael Cuscuna, que ha sabido controlar los excesos del saxofonista y centrar su discurso.
El resultado es un disco sencillo pero equilibrado y disfrutable, con todas las características habituales de Carter (variedad tonal, múltiples registros, repertorio excelente...) y una banda de altura, en la que destacan D.D. Jackson, James Genus, Victor Lewis y Dwight Adams.
Una perfecta carta de presentación del James Carter de hoy, tan parecido al de antes en algunas cosas, y tan diferente en otras.
No voy a negar que siento por Carter un cariño especial. Cuando, hace más de diez años, pude verle junto a Craig Taborn, Jaribu Shahid y Tani Tabbal, fue algo memorable. Desde entonces le he seguido con cierta atención y, aunque me he llevado más decepciones que alegrías, éstas últimas han merecido la pena.
Así que, cuando mi buen amigo Pablo Mejías me sorprendió regalandome Present Tense la misma semana en que salió, esperaba no llevarme una decepción. Y así fue.
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