Reseña publicada en Cuadernos de Jazz #109 (noviembre-diciembre 2008)
Rahsaan Roland Kirk (st, fl, cl, manzello, stritch); Ron Burton (p); Henry Pete Pearson (b); Richie Goldberg (bat); Joe “Habad” Texidor (perc)
Hamburgo, Alemania, 3 de marzo de 1972
HYN 9347
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A estas alturas no vamos a convencer a quien no lo esté ya de que Rahsaan Roland Kirk es uno de los más grandes saxofonistas de todos los tiempos, aunque este disco es un gran argumento para afirmarlo. Grabado algunos meses antes que el directo en Montreux editado como I, Eye, Aye por Atlantic, Brotherman In The Fatherland (cuyo ridículo título, delirantes liner notes y en general casi todo lo concerniente a Joel Dorn obviaremos convenientemente) presenta a un Kirk poderoso, descarnado, fascinante, excesivo y mágico; tal y como él era.
Además de algunos temas del estupendo Blacknuss (aparecido un mes antes de esta actuación), como “Make It With You” y un “My Girl” muy diferente al del disco, Kirk cita abundantemente a su venerado John Coltrane. “Lush Life”, “Afro Blue”, un explosivo “Like Sonny” y un tour de force de 17 minutos en forma de “Blue Train” son un excitante tributo del primer gran post-coltrainiano. Y por favor, dejen a un lado a los satélites directos del maestro, cuya comparación con Rahsaan es impensable.
Pero aquí no sólo hay Kirk para rato; su banda está perfectamente engrasada, capitaneada por un Ron Burton que desde su primer solo demuestra que está en plena forma, haciendo gala de un carácter a la Tyner salpicado de numerosos detalles soul. Además de otros dos habituales de Rahsaan, Henry Pearson y Joe Texidor, destaca la labor de Richie Goldberg, batería de Ray Charles durante muchos años que aquí da fe de sus considerables dotes jazzísticas.
Lo dicho, a estas alturas cualquiera debería saber que Rahsaan es uno de los grandes tenores de todos los tiempos. Un saxofonista que no solo ha marcado a unos pocos herederos directos en cada generación posterior (George Adams, David Murray, James Carter…), sino que, a pesar de haber sido juzgado puerilmente por sus extravagancias (que por otro lado, son necesarias para entender su música), sigue siendo un referente ineludible del saxo tenor.
Y si alguien no se lo cree, que escuche este disco. Estoy seguro de que cambiará de opinión.
Yahvé M. de la Cavada
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