No sé cuantas veces "volvió" Art Pepper, pero fueron unas cuantas. Algunas, más sonadas que otras, lo hizo envuelto en dramáticas historias de drogas, cárcel y perdición. Imaginería muy adecuada para el jazz, que tanto gusta de malditismo artístico.
1956 fue uno de sus primeros regresos, celebrado mediante estas grabaciones y el propio título del disco. Acompañado por un Jack Sheldon a medio camino entre Gillespie y Baker y unos fantásticos Russ Freeman, Leroy Vinnegar y Shelly Manne, Pepper da lo mejor de sí.
Las composiciones del saxofonista también son remarcables, aunque es su escalofriante saxo el que le deja a uno de piedra. Por otro lado, los solos de Freeman y el acompañamiento de Manne también son extraordinarios.
El Pepper de primera época no es mi favorito, pero aquí está espectacular.
Nota: Pinchando en la portada puedes escuchar el disco en Spotify.
"Admitámoslo: siempre que un músico que nos gusta decide grabar un disco navideño nos echamos a temblar, y motivos no nos faltan. Muy pocos de entre los que se han enfrentado a esa situación han salido de ella con dignidad y, por el contrario, muchos han caído en el más absoluto de los ridículos."
"Sin ninguna duda, el mejor disco de villancicos con el que me he topado en toda mi vida. De hecho, no se parece a ninguno que haya escuchado."
¿Quién le iba a decir al pobre George Cables que cuando por fin reeditasen en CD su primer disco le darían por muerto en el texto de la carpetilla?
Sí amigos, como lo oís; la primera frase de las liner notes de la reciente reedición de Why Not afirma que Cables murió el 29 de junio de 2008 en Nueva York.
El texto en cuestión va firmado por el fundador del sello Black Lion, Alan Bates, que también es el dueño del catálogo de Candid Records. Si tuviese su dirección me gustaría escribirle para decirle, no sólo que Cables está vivito y coleando, sino que hace un par de semanas, mismamente, estaba actuando con el supergrupo The Cookers. Así de vivo está.
La anécdota es bastante fuerte, porque que anuncien la muerte de uno tiene que ser una faena, pero no dejemos que eclipse al disco que nos ocupa.
George Cables es uno de los mejores pianistas de su generación pero, como muchos de sus contemporáneos, es menos conocido de lo que debiera. Él mismo ha elegido en repetidas ocasiones el papel de acompañante, siendo más recordado por sus colaboraciones con Art Pepper o Dexter Gordon que por sus méritos como líder.
Why Not fue su debut y a mi es un disco que me encanta. Tiene algunos momentos un tanto anárquicos, pero muchos otros verdaderamente brillantes. El contrabajo tiene ese sonido a pastilla tan típico de esos años, pero tanto Tony Dumas como Carl Burnett dan el callo.
Hasta donde yo sé, esta reedición que acaba de salir es la primera que ha habido en CD, lo cual es una gran noticia. La portada es horrible y ya he hablado de lo acertado de las liner notes, pero es una edición barata y suena bien. A mi me vale.
Nota: Pinchando en la portada puedes ver una actuación de Cables en Harlem hace sólo un año. ¿Ves como está vivo?
Como ya he dejado entrever más de una vez, me encanta gran parte de la música que produjo la escena del downtown neoyorquino durante los 80. Los Jazz Passengers son una de las formaciones emblemáticas de esta escena coliderada por dos músicos de talento: Roy Nathanson y Curtis Fowlkes.
Forjados en las filas de los míticos Lounge Lizards, Nathanson y Fowlkes pretendieron grabar un disco a dúo y acabaron formando esta banda junto a Marc Ribot, Brad Jones, Bill Ware, Jim Nolet y E.J. Rodriguez. Broken Night Red Light fue su primer disco, una refrescante colección de jazz con trazas de cabaret y vanguardia.
A veces me pregunto si este tipo de música ha quedado anclada en el tiempo, en aquellos años 80 que ya parecen lejanos. Pero discos como este transmiten tensión, belleza y esos pequeños detalles que hacen que una obra, aunque pueda ser coyuntural, se mantenga fuerte con el paso de los años.
Nota: Lo he intentado, pero no encuentro ninguna pista de audio de este disco en internet. Si alguien lo tiene en cd o mp3 agradecería que me enviase algún tema para subirlo aquí. Yo sólo tengo la edición en vinilo, lo siento.
Ayer pasé gran parte de la tarde paseando por las calles de Madrid; un Madrid tan sucio y gris como encantador y lleno de vida; paradójico, pero fascinante y atrayente.
El último disco de Louis Sclavis resultó ser la banda sonora perfecta para mis callejeos, con esos temas que se enredan, tan característicos del clarinetista, serpenteando por mis oídos.
Además de Sclavis, el saxofonista Matthieu Metzger resulta bastante impresionante, y hay que destacar también al guitarrista Maxime Delpierre.
Lost On The Way es un disco más de Sclavis, tan bueno como cualquier otro, lo que ya es mucho, y muy por encima de la media.
Nota: Pinchando en la portada puedes escuchar el disco en Spotify.
Acabo de llegar a mi destino tras un largo y pesado viaje en autobús. Para hacerlo más llevadero, la música, por supuesto, en concreto este disco de Joe Maneri, Barre Phillips y Mat Maneri.
Angles Of Repose, la segunda colaboración de esta formación, fue grabada en directo en la pequeña capilla de Santa Filomena en Puget-Ville, Francia. El ambiente solemne y la excelente acústica benefician a la música, que de por sí es tremendamente evocadora.
Estos setenta minutos de comunicación e improvisación sugestiva me han hecho el trayecto bastante más ligero y estimulante de lo que cabría esperar, y son una muestra más del enorme talento que se ha perdido con la desaparición de Joe Maneri.
Nota: Pinchando en la portada puedes escuchar el disco en Spotify.
¿Os imaginais a tres músicos como Jaki Byard, Cecil McBee y Dannie Richmond tocando un festivo "Blowin' In The Wind" dos años después de que se publicase la versión original de Bob Dylan? Pues en este disco podéis escucharlo.
En 1965 Dannie Richmond se tomó un descanso del grupo de Charles Mingus para grabar su primer disco como líder. El resultado es "In" Jazz For The Culture Set, un disco con cierto toque extravagante protagonizado por algunos músicos soberbios, como Byard y McBee, y algunas colaboraciones sorprendentes.
El gran Jimmy Raney aparece en tres temas junto al mencionado trío y los percusionistas Willie Bobo y Victor Pantoja, y el bueno de Toots Thielemans aparece en otros tres: dos a la guitarra y otro -el bizarro "John Kennedy Memory Waltz"- a la armónica.
Éste es uno de esos discos que resultan bastante más curiosos que destacables musicalmente, pero es que es MUY curioso, tanto por la portada a la Warhol, como por su irónico título o su delirante repertorio.
Lamentablemente, "In" Jazz For The Culture Set nunca se ha reeditado en CD y no es fácil de encontrar en su edición original. Una pena, porque este es un buen pedazo de los años 60, bastante más genuino y divertido que muchas otras mediocridades que se reeditan constantemente.
Nota: Me resulta completamente imposible encontrar alguna pista de audio en toda la red y aún no estoy suficientemente metido en la tecnología como para tener un tocadiscos con salida usb para volcar los LPs al ordenador. Gracias por vuestra comprensión.
Éste es uno de esos discos que llaman la atención más por la sección rítmica (Bill Carrothers, Nic Thys y Dré Pallemaerts) que por el propio líder, pero mucho ojito con este joven saxofonista belga.
"Verheyen domina el instrumento y, aunque tiene lenguaje y sonido, quizá lo único que le falta es lo más trascendente y, al mismo tiempo, lo más abstracto: la madurez. Es natural teniendo en cuenta sus 25 años y, pensándolo bien, el disco no deja de ser estupendo."
La primera vez que vi en directo a Sebastien Texier fue en un asombroso concierto del Azur Quintet de Henri Texier. Antes de la actuación yo tenía cierto recelo hacia el joven saxofonista, temiendome que su participación en el grupo fuese por cuestiones familiares en vez de musicales.
Al final de aquel concierto ya no tuve ninguna duda: Sebastien Texier es un músico de talento extraordinario además de ser hijo de uno de los mejores contrabajistas europeos de todos los tiempos.
Lamentablemente, el joven Texier no tiene una gran discografía como líder, aunque son recomendables todas las grabaciones en las que aparece junto a su padre. Ahora, casi seis años después de su primer disco, Sebastien Texier presenta Don't Forget You Are An Animal, una grabación imponente.
La música de Texier tiene un marcado caracter francés, pero al mismo tiempo suena personal y diferente a compatriotas como Louis Sclavis o Michel Portal.
Con Claude Tchamitchian al contrabajo, el joven batería irlandés Sean Carpio y la aparición estelar de su padre en tres temas, Don't Forget You Are An Animal es un disco intenso que pide reescucharse según termina.
Las pasadas navidades tuvieron un episodio particularmente triste a cuenta de la muerte del cantautor norteamericano Vic Chesnutt, el mismo día 25 de diciembre.
Chesnutt no tuvo una vida fácil: en 1983 quedó parcialmente paralizado, pudiendo realizar unicamente movimientos sencillos que le permitían tocar acordes simples de guitarra sentado en una silla de ruedas.
A pesar de su delicado estado, Chesnutt grabó diecisiete discos y escribió centenares de canciones, muchas de ellas memorables. Lamentablemente, At The Cut ha resultado ser su último disco.
Toda la grabación desprende una belleza intensa, tan quebradiza como incontenible. Es triste, si, pero también cálida, entrañable y una gran forma de decir adios. Perfecta para recordar a Chesnutt en esta mañana de domingo.
Nota: Pinchando en la portada puedes ver una actuación de Chesnutt el pasado 21 de noviembre.
"Algunos dirían que es exagerado comparar las virtudes de Medeski, Martin and Wood con las de otros tríos históricos como los de Bill Evans, Oscar Peterson, Ahmad Jamal o Keith Jarrett. Sin embargo, si hablamos de grupos originales, influyentes, honestos y comprometidos, podemos afirmar que este trío es imprescindible para entender el jazz de los últimos años, lo cual da unas ciertas credenciales. Ahora presentan Radiolarians: The Evolutionary Set, un compendio ampliado de su trabajo más reciente que es al mismo tiempo lo mejor que han grabado nunca."
A veces (muchas veces), lo obvio es lo mejor, así que he decidido reescuchar Night Train, grabación emblemática -y muy dificil de superar- de mi trío favorito de Oscar Peterson, del que Ray Brown y el propio Thigpen fueron piezas clave. Si sólo vas a tener un disco de Oscar Peterson, probablemente esta sea la mejor opción.
El batería no sólo fue un músico legendario, sino que su capacidad para adaptarse a diferentes contextos también hacen de él un músico ejemplar. Uno de esos que supieron pasar por el mundo del jazz década a década sin llamar mucho la atención, causando un impacto que irá redescubriéndose con el paso de los años.
Tiene gracia que uno de los discos más impresionantes de 2010 salga a la calle la primera semana del año. Sé que suena osado y precipitado, pero creedme, no estoy exagerando.
Forty Fort es el cuarto disco del grupo y, tal y como ha ido ocurriendo con los tres primeros, es todavía mejor que el anterior. Moppa Elliott, Peter Evans, Jon Irabagon y Kevin Shea son los cuatro cerebros detrás de Mostly Other People Do The Killing, un supergrupo que me fascina cada vez que lo escucho.
Ya dije ayer que en el nuevo número de Cuadernos de Jazz hay un artículo mío (al que os remito) sobre el saxofonista Jon Irabagon en el que hablo bastante de este grupo, pero al entrar la revista en imprenta aún no había escuchado este último disco. Si leéis el artículo en cuestión, aumentad mentalmente mis elogios hacia MOPDTK al menos un 30%.
Si no lo habeis leído o no conocéis el grupo, dadle al play en el reproductor que hay debajo de estas palabras y entenderéis a qué me refiero. Mejor si estáis sentados, por si acaso.
El homenaje al fabuloso disco de Roy HaynesOut Of The Afternoon va más allá de su portada. Las liner notes del disco, como es habitual con MOPDTK, albergan interesantes reflexiones sobre los procesos creativos cuyo punto de partida es ese disco.
Ya está en la calle el nuevo número de Cuadernos de Jazz, con entrevistas a Nasheet Waits y Ben Sidran y artículos magníficos como el de Jonio González sobre el misterioso guitarrista Johnny Smith y el de Germán Lázaro en homenaje al recientemente desaparecido Joe Maneri.
También hay que destacar el Rarum que Eduardo Hojman dedica al United Jazz + Rock Ensemble, el artículo "Seis cuerdas para Monk" de Felipe Díaz Reyes, el comentario de Marcos Maggi sobre la caja de 25 CDs L’histoire de Piano Jazz y el cómic que realizo mano a mano junto Naiel Ibarrola, situado en esta ocasión en una época futura y titulado Jazz In The Space Age.
Por último, la elección de los mejores discos del año, siempre polémica, la estupenda sección de Carlos Tejeda Cine & Música (dedicada a Louis Sclavis, Bertrand Tavernier y su película Ça commence aujourd’hui) y un artículo sobre el gran saxofonista Jon Irabagon, firmado por un servidor, que inaugura la nueva sección Retratos Mínimos.
Por cierto, a lo largo de este 2010, Cuadernos de Jazz cumplirá 20 años. Casi nada.
Nota: Pinchando en la portada puedes ver el sumario de la revista.
En octubre de 2007 escribí esto sobre Sacred Ground: "Si un disco es perfecto, no hay mucho más que decir o, si lo hay, es menos claro y directo. Cuando los pelos de mi cogote decidan dejar de erizarse cada vez que pongo Sacred Ground, podré decidir si es el mejor disco del año o simplemente el más emocionante." Por supuesto, quedó decidido y dicha decisión no ha cambiado desde entonces. La reseña original completa, a continuación: David Murray, probablemente el mejor saxofonista tenor vivo, estrena disco en cuarteto, y eso siempre es un acontecimiento. Primero, porque es un formato paradigmático, sobreexplotado pero inagotable. Segundo, porque Murray ha grabado tantos discos maravillosos en cuarteto que la curiosidad de ver si éste estará a la altura es insoportable. Además, hace ya unos cuantos años que no grababa en este formato, y la falta de Hicks en el seno de su Power Quartet (con Drummond y Cyrille) puede ser decisiva. Así que sale Hicks, entra Lafayette Gilchrist (que ya grabó con Murray en Waltz Again), y el recién estrenado Black Saint Quartet nos obsequia con una obra maestra. Dicho así, parece desproporcionado, o al menos exagerado, pero Sacred Ground no tiene un segundo de desperdicio. Murray está en el mejor momento de su carrera y aunque, de manera independiente, todos ellos están soberbios, el cuarteto funciona como una unidad perfecta. La mayor sorpresa es Lafayette Gilchrist, que deslumbra en cada una de sus intervenciones, adaptando su personal estilo a las circunstancias sin dejar de ser él mismo. La frescura que aporta el joven pianista pone en guardia a Drummond y Cyrille, que están fantásticos, como siempre. Murray está en un momento impresionante, con su capacidad improvisadora intacta y con un dominio del instrumento y del sonido nunca visto. Desde la sugerente “Pierce City” a los ecos de Nueva Orleáns en “Believe In Love”, el cuarteto suena autentico, irrefutable y definitivo. Parte de la música del disco esta inspirada por la película “Banished”, de Marco Williams, para la que Murray escribió la banda sonora, pero también Ishmael Reed (uno de los mas importantes escritores afroamericanos del siglo veinte) ejerce una influencia notable sobre Murray, además de escribir las “liner notes” y la letra de los dos temas que canta Cassandra Wilson, el melancólico “Sacred Ground” y el blues “The Prophet Of Doom”. Si un disco es perfecto, no hay mucho más que decir o, si lo hay, es menos claro y directo. Cuando los pelos de mi cogote decidan dejar de erizarse cada vez que pongo Sacred Ground, podré decidir si es el mejor disco del año o simplemente el más emocionante.
Tres de mis músicos vivos favoritos se juntaron este año para grabar este disco. No es que Cleaver, Craig Taborn y William Parker no acostumbren a tocar juntos, pero la idea de escucharles en trío me resultaba muy excitante.
Curiosamente, el resultado no me gusta tanto como yo esperaba. Puede ser que esperaba demasiado o que ellos no están a la altura. Aunque también puede ser que, estando ante música tan densa como esta, necesite más escuchas para asimilarlo adecuadamente.
Ojo, que tiene momentos que me encantan, pero me he quedado un poco a medias. Por otro lado, no se me han quitado las ganas de reescucharlo, o sea que aún queda esperanza.
Nota: Pinchando en la portada puedes escuchar el disco en Spotify.
"Hay una serie de constantes entre los pianistas jóvenes que poco a poco se vuelven irritantes. Las versiones de Radiohead o Bjork, la utilización de pregrabados y algunos efectismos propios de los herederos de los pianistas de moda pueden acabar devaluando un disco innecesariamente. Pero cuando es tan redondo y esta tan lleno de música magnifica como A Time For Everything, cualquier crítica se desvanece."
Otro de los discos del año de mano de un supergrupo sin líderes. Las hazañas de Vandermark, Nagl y Reisinger en solitario son conocidas por muchos aficionados y resulta refrescante escucharles juntos sin que tengan ningún tipo de roce.
La música de los maestros Ornette Coleman y Eric Dolphy está en buenas manos: arreglos inteligentes interpretados de manera respetuosa e inspirada.
Curiosamente, el enfoque no es exageradamente free, aunque en todo momento se respira un estimulante aire de libertad.
