Como la música es una industria, siempre, hasta en los sectores más pequeños, hay cosas injustas. El jazz, que ya es un sector pequeño en cierto sentido, no se salva.
Una de las mayores injusticias que me han venido a la cabeza recientemente tiene que ver con el grupo del guitarrista Jon Lundbom. Ya he hablado de él por aquí más de una vez, y ahora tengo que volver a hacerlo.
Los Big Five Chord tienen nuevo disco y, como con casi todo lo aparecido en la factoría Hot Cup, es monstruosamente bueno. Sé que cuando algo me gusta tiendo a la hipérbole, pero os aseguro que no exagero.
La banda del guitarrista vuelve a beneficiarse de la presencia de Jon Irabagon, Bryan Murray, Moppa Elliott y Danny Fischer, pero la música que producen juntos no se puede atribuir principalmente a ninguno de ellos. Suenan tanto a grupo, a masa compacta, que sólo puede ser entendidos como unidad.
Como en toda gran banda, su nuevo disco parece mejor que los anteriores. Con el tiempo, la perspectiva pondrá a unos y a otros en su sitio, pero ahora mismo, Quavers! Quavers! Quavers! Quavers! parece insuperable. Hay evolución, hay temas y hay solos extraordinarios.
Lundbom toca más que en otros discos suyos y el disco se pasa en una exhalación, dejándo siempre con ganas de más, aunque sólo sea por la forma de cortar cada uno de los temas.
Creédme, si el mundo (¿la industria?) del jazz fuese justo, este grupo sería mucho más conocido.
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