Un disco extraño, pero fascinante. Lacy, menos de un año y medio antes de morir, seguía en la más absoluta vanguardia, investigando y experimentando como hasta entonces.
Grabado en estudio (a excepción de un tema en directo, con Lacy solo al soprano), el disco se compone de tomas en cuarteto, trío o dúo. Lo especial está en los músicos implicados: además de Peter Herbert y Wolfgang Reisinger al contrabajo y batería respectivamente, Philip Jeck está a los platos (turntables) y Christof Kurtzmann y Bernhard Lang a la electrónica y efectos.
Así, hay un tema en el que Lacy sólo se acompaña de Jeck y Lang y otro en el que está a dúo con Jeck. La creatividad del saxofonista se ve estimulada por un contexto tan diferente, produciendo momentos realmente especiales.
Si alguien tenía alguna duda de que Lacy es uno de los más grandes improvisadores de todos los tiempos, he aquí otra prueba de ello.
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