Reseña publicada en Tomajazz en octubre de 2007
Cuando Joey Calderazzo publicó Haiku, su primera grabación en piano solo, resultó una agradable sorpresa. A esas alturas no tenía nada que demostrar, pero el piano solo es una dura prueba que no todos superan con éxito. A pesar de incluir cuatro temas en los que Claudia Acuña y Romero Lubambo forman dúo o trío con el pianista, Amanecer es, en esencia, un disco en solo. Dicho ésto, es inevitable pensar que estamos ante la continuación de algo empezado o, en todo caso, de paso más dentro de una estética muy concreta.
Lamentablemente, Amanecer resulta un tanto decepcionante. Calderazzo nunca ha sido una voz particularmente personal y, aunque ha ido desligándose poco a poco de sus marcadas influencias (Hancock, Tyner, Kirkland…), su búsqueda le ha jugado una mala pasada. Independientemente de ostentar el dudoso honor de tener una de las portadas mas feas y horteras de los últimos años (digna del peor recopilatorio de Fausto Papetti), el disco va de un paisaje musical a otro en una especie de sinsentido estilístico que desorienta completamente al oyente. Esto no quita que haya pasajes interesantes y momentos brillantes, pero Amanecer suena a cuaderno de bocetos.
“Sea Glass” desarrolla una atmósfera de quietud fantástica, pero se alarga y acaba volviéndose lánguida. “Toonay” derrocha una urgencia insostenible y uno acaba preguntándose si el propio Calderazzo sabe qué esta tocando o si simplemente se ha enzarzado en una absurda competición consigo mismo. “Waltz For Debby” recibe un tratamiento interesante pero, una vez más, uno se queda con la sensación de que se alarga sin necesidad. Curiosamente, es en los temas en los que colaboran Acuña o Lubambo en los que más destaca el pianista. Tanto en el tema que da nombre al disco como en “The Lonely Swan”, las improvisaciones de Calderazzo son excitantes e inteligentes y trazan la verdadera dirección del futuro de su carrera.
Este disco puede vivirse como un alto en el camino o como un bache en la carretera; como una mala noche de fiesta o como una despedida de soltero aburrida y catastrófica. Lo importante es que mañana será otro día, y que tiene bastante buena pinta; o al menos, mejor pinta que hoy.
Yahvé M. de la Cavada, 2007