Estoy con el último disco de Christian Scott, Live At Newport, y aunque no está mal, me parece que le falta algo.
Como aún no me he formado una opinión, aprovecho para recuperar mi reseña de su anterior disco, Anthem, publicada en Tomajazz en octubre de 2007:
"Christian Scott lo tiene todo para ser una estrella: imagen, actitud, promoción, sonido, capacidad, talento, un directo potente y las ideas bien claras. Su debut como líder, Rewind That, fue prometedor y, sobre todo, revelador. Las intenciones de Scott pasaban por un distanciamiento de la tradición a través de una contemporaneidad consciente, pero natural.
Anthem viene a ser la consagración definitiva y brutalmente unilateral de ese estilo que Scott intenta desarrollar, y que pretende ser completamente original. Bien, puede que no lo sea completamente, pero sí lo es bastante. Scott aspira a dominar un jazz totalmente hermanado con las tendencias de la música negra del momento, sin renunciar al lenguaje jazzístico, al soul o al hip hop y, al mismo tiempo, transmitir un mensaje actual, pero también universal. Estamos, por lo tanto, ante una obra personal y profundamente reivindicativa.
Junto al trompetista, repiten su amigo y alter ego musical, Matt Stevens, y el interesante saxofonista Walter Smith III. En los teclados se incorpora el excelente Aaron Parks (llevo ya un tiempo diciéndolo, pero lo repito: este tío es condenadamente bueno; mucha atención a lo que haga en el futuro), que destaca en gran parte del disco, y en la batería el contundente Marcus Gilmore.
Musicalmente, el estudio se convierte en un instrumento esencial para el proyecto de Scott, pero en algunos momentos se vuelve en su contra y tira por tierra los esfuerzos del trompetista. Lo que quiere hacer es muy interesante, pero quizá le falta un poco de carretera para acometer con éxito una empresa como ésta. La producción se vuelve farragosa en muchos temas, y las intenciones del líder quedan diluidas por una falta de seguridad natural, dada su edad.
Algo me dice que si Anthem hubiese sido el quinto o sexto disco de su carrera, podría haber sido tan trascendente como pretende. Quizá si en su segundo disco Christian Scott hubiese decidido “simplemente tocar”, le hubiese quedado más redondo.
Pero, por lo menos, el trompetista los tiene bien puestos y está haciendo exactamente lo que quiere. Con sus ideas, la osadía que derrocha en el escenario y su innegable talento, este chaval puede ser una pieza clave en el futuro del jazz.
Yahvé M. De La Cavada"
3 comentarios:
Sin olvidar la colaboración puntual de Esperanza Spalding. Mañana domingo será una buena oportunidad de juzgarlo en directo en Barcelona. Su debut, Rewind That, voló por debajo de mis expectativas. No me pareció nada rompedor, aunque solido.
Saludos
Tomás
De hecho, si no me han informado mal, Scott y Spalding fueron pareja y siguen teniendo una buena relación.
Sólo le he visto una vez, pero en directo Scott gana mucho.
Yo también creo que este disco se queda un poco a medias. Me gustó la colaboración con Prince en Planet Earth.
Saludos
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