sábado, 9 de noviembre de 2013

Alias - Some Kind Of Lullaby (2013)

Ayer estaba en Power Records y Joni me dice "escucha las primeras notas a ver si pillas el tema". Y suena un piano y digo "¡Ol' 55 de Tom Waits!.... Pero, ¿qué versión es esta?". Y me dice Joni que es de un disco solitario del cantante de Maggot Brain, bajo el alias Alias, valga la redundancia. Y lo miro por detrás mientras Joni pincha el "I Heard It Through The Gravepine" y me digo "coño, menuda selección de canciones". 

No es que sean mejores o peores, más emblemáticas o más rebuscadas, sino que algunas de ellas son auténticas piedras angulares en mi propia vida. Canciones que, por el motivo que sea, son particularmente especiales para mí, como las ya mencionadas, "Wild Horses" de los Stones, "Thunder Road" de Springsteen o "Thrasher" de Neil Young

Así que me lo compré, claro. Y por la noche lo escuché enterito. Tranquilamente, tras un largo día. La mejor forma de escuchar un disco que acabas de comprar. La mejor, sí. 


(Hoy Power Records cumple 23 años, y para celebrarlo han sorteado una copia de este disco, cedida por su autor. Bonito detalle.) 

jueves, 7 de noviembre de 2013

The Count Basie Trio - For The First Time (1974)


Count Basie tiene swing hasta cuando se aturulla. Esta sesión en trío con Ray Brown y Louie Bellson (nada menos), grabada en los albores del sello Pablo, no es ninguna obra maestra, pero es un placer escuchar la economía de notas de Basie a pecho descubierto, y Brown siempre es algo muy serio.

Mi copia es en vinilo y suena un poco opaca, con la batería de Bellson muy atrás en la mezcla, pero puede ser por circunstancias de la grabación, dado que Norman Granz aún estaba levantando el sello en aquel momento. Un año después, el mismo trío grabó For The Second Time.


(Comprado en una feria del disco en Bilbao)



martes, 13 de agosto de 2013

J.J. Cale - Naturally (1972)

Voy tarde con todo, incluso con los homenajes personales a grandes nombres que se nos van. La muerte de J.J. Cale me cogió en un festival, escribiendo a salto de mata, lejos de mis discos y del tiempo necesario para honrar la memoria de los caídos reescuchando algunos de sus álbumes.

Ahora, por fin, he sacado algunos viejos LPs del gran Cale para descubrir de nuevo lo sofisticado, auténtico y personal de su música. Ese ritmo somnoliento que enseguida se atribuyó a Tulsa, en general, y a Cale, en particular.

Suena Really mientras escribo estas líneas, pero es Naturally el disco que abrió mi día, el que volvió a conectarme con el maestro de nuevo, con ese fascinante bajo de Carl Radle (o Tim Drummond), y el infeccioso sonido de temas como "Call The Doctor", "Crazy Mama", "Call Me The Breeze" o, cómo no, "After Midnight".

Creo que seguiré escuchándole a lo largo de hoy, pinchando sucesivamente Troubadour, Okie, Shades, Grasshopper, Travel Log y los numéricos 5, 8 y Number 10.

lunes, 20 de mayo de 2013

Gorka Benítez - Bilbao (2006)

Reseña publicada en tomajazz.com en mayo de 2007:


El cuarteto responsable de este disco nos ha brindado unas cuantas joyitas. Solo hay que dar una escucha parcial a “Indolents” o “Ugrix”, a nombre de David Xirgu, para constatar las excelencias de este grupo en busca de un jazz fresco y contemporáneo. En este caso estamos ante un disco planteado desde su concepción de una manera mas intima, casi familiar. Concebido para no salir editado a la venta originalmente, la grabación permaneció algún tiempo olvidada, hasta que hace poco Gorka decidió remezclarla y editarla con un titulo que, más que nunca en su carrera, le lleva a sus más profundos orígenes: Bilbao.

Al mismo tiempo, el CD supone una muestra perfecta de la transición musical que sufre Benítez. Éste, cada vez mas interesado en melodías de corte pop, utiliza un cuarteto con el que tradicionalmente había grabado discos de jazz ortodoxo, para introducirse poco a poco en composiciones mas cercanas a ritmos y armonías sencillas. Esta tendencia, de la que ya alardeó en su anterior disco, el magnifico Solo La Verdad Es Sexy, le puede granjear unas cuantas críticas entre los aficionados mas dogmáticos, pero nadie puede ni podrá decir que Benítez sigue alguna directriz comercial.

Todo el mundo sabe que es ridículo pensar que se puede hacer jazz comercial en España (en realidad hay una vía, pero esta copada y sobreexplotada, rozando la vulgaridad), con lo que no hay que confundir, y menos aun con Benítez, el afán comercial con la búsqueda de la propia voz. Bilbao es un dechado de honestidad por los cuatro costados, un disco compuesto por placer y tocado entre amigos, transmitiendo un ambiente de distensión absoluta al oyente.

Temas como “Because of You” o “Y Dale!” desarrollan esa vena pop que mencionábamos y, lejos de caer en el acartonamiento de acercamientos a este estilo por parte de otros músicos, suenan abiertos, puros y creíbles. En el extremo contrario, “Cantan Los Charcos el Lamento de las Gabarras” o “Plaza Gris”, son muestras mas ortodoxas (pero no menos brillantes) de ese jazz etéreo, de sonidos pálidos y alientos contenidos que Benítez lleva facturando, con este y otros grupos, desde hace mucho tiempo.

Hablar de la química del grupo es innecesario, porque estos cuatro señores tocan juntos con una afinidad pasmosa, haciendo que lo difícil parezca fácil. Pérez parece muy cómodo con las composiciones y despliega detalles envolventes que aportan mucha calidez al conjunto, mientras que el tandem Ferrer-Xirgu demuestra una vez más por que es uno de los más memorables de la historia del jazz en España.

En cualquier caso, la valentía con la que Gorka Benítez afronta su carrera discográfica es encomiable, demostrando con este Bilbao que esta dispuesto a tocar lo que le apetezca con solidez y sin renunciar a su personalidad como músico de jazz, ni a la calidad a la que nos tiene acostumbrados. Benítez pasa de etiquetas, de acotaciones estilísticas y de ortodoxias obsoletas y, con toda la naturalidad del mundo, ha vuelto a hacer lo que le pide el cuerpo en este CD. Con dos cojones. De Bilbao tenía que ser.


Yahvé M. de la Cavada, 2007

domingo, 28 de abril de 2013

Slugfield - Slime Zone (2010; ed. 2012)

Hay algo hermoso en intentar ir hacia adelante. Si funciona o no, es lo de menos. La creación tiene cada vez menos espacio libre para innovar, las fronteras son flexibles y se han traspasado decenas de veces.

Anoche, tras el concierto de Atomic en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, el baterista Paal Nilssen-Love me dio algunos discos que me faltaban de su sello PNL Records. Entre ellos, este Slime Zone, una grabación en directo de un grupo llamado Slugfield y formado por Lasse Marhaug, Maja S.K. Ratkje y el propio Paal.

Electrónica, giradiscos, voz y percusión en una orgía sonora que suena desafiante, fresca y sugestiva. Improvisación libre, densa y catártica, que supone un nuevo atentado contra esas aburridas fronteras que encasillan el proceso creativo.
A mí me tiene fascinado.


Pinchando aquí puedes escucharlo en Spotify (según país de residencia).

domingo, 21 de abril de 2013

Jessica Williams - Update (1982)

Escuchando este disco, el quinto de la carrera de la prolífica Jessica Williams, es evidente que a primeros de los 80 ya tenía grandes cualidades. Su estilo aún no estaba completamente desarrollado, pero ya hay ideas que en el futuro se volverían recurrentes y personales marcas de la casa.

Grabado en 1982 para el sello Clean Cuts, cuenta con el contrabajista John Wiitala, el baterista Dave Tucker y todo un invitado: el saxofonista Eddie Harris en seis de los nueve temas del álbum, incluyendo el original "Ready For Eddie" y una bonita versión de "Ruby My Dear".

No es su disco más representativo, ni mucho menos, pero es un buen documento de los primeros años de la pianista. Hasta donde yo sé nunca se ha reeditado en CD, al igual que sus grabaciones anteriores a esta (dos títulos más en Clean Cuts y otros dos en Adelphi).


(Comprado en Harold Moore's Records, Londres)

martes, 16 de abril de 2013

Anthony Braxton - Six Compositions: Quartet (1981)

Pocos pianistas parecen tan adecuados para la música de Anthony Braxton como Anthony Davis. Ambos comparten algunos puntos de vista respecto a ciertos aspectos de la improvisación y de la música afroamericana, aunque sus universos también muestran divergencias.

Lamentablemente, este es el único disco que documenta la presencia de Davis en el grupo de Braxton, una colaboración que podría haber sido algo realmente grande.

El disco –editado por Antilles/Island en 1982– no es tan fabuloso como cabría esperar (dados los implicados), pero tampoco es una menudencia. El grupo y las composiciones son excepcionales, Braxton y Davis están estupendos y, por supuesto, escuchar a Mark Helias y al gran Ed Blackwell es un auténtico placer.


miércoles, 20 de febrero de 2013

Querido Raúl


Texto publicado originalmente en la web de Cuadernos de Jazz, en memoria de Raúl A. Mao, editor, compañero y amigo. 

Querido Raúl, 

Empecé a escribir esto hace meses. Lo he escrito decenas de veces en mi cabeza, incapaz de sentarme frente a la frialdad del teclado, intentando pensar qué decir cuando no queda nada por decir. Se me hace tan raro saber que éste será el primer texto que no envíe a tu correo, que no estás esperándolo, fumando pausadamente en aquel, tu escritorio, siempre coronado por algunos ejemplares de Cuadernos de Jazz.

La última vez que nos vimos estuvimos, una vez más, sentados a los flancos de ese escritorio, ¿recuerdas? Hablamos del mágico concierto del Aurora Trío el día anterior, de cómo te hubiese gustado ir y de cómo la puta enfermedad no te dejó. Nos abrazamos al despedirnos, lo recuerdo bien, y me dije que esa no sería la última vez que nos veíamos, que aún teníamos tiempo. Así nos despedimos también en nuestra última charla telefónica, "nos vemos el mes que viene en casa", con tu voz, siempre animada, envuelta en las notas del contrabajo de Mingus que sonaban en mi coche. Qué fortaleza la tuya. Siempre entero, siempre sacando fuerzas de donde fuese para todo. Los lectores de Cuadernos de Jazz lo saben bien, y quienes trabajamos contigo, lo sabemos mejor. Todavía puedo escucharte, al otro lado del teléfono, "no te olvides de mandarme la opinión". Hasta tu último aliento.

El otro día estuve viendo a Enrico Rava, quería contártelo. Mientras tocaba estuve recordando aquel concierto suyo, el verano pasado en el festival de San Sebastián, en que después fuimos a comer con gente del Jazzaldia y compañeros de la prensa. Nos sentamos juntos y estuvimos hablando de música, de política, de este mundo que se va a la mierda... De nuestras cosas. Nos reímos y contamos historias, lo pasamos muy bien, ¿verdad? Siempre lo pasamos bien en San Sebastián. Recuerdo especialmente un mágico concierto de Hank Jones que compartimos, charlando después sobre Erroll Garner y Teddy Wilson, o aquel concierto de Wadada Leo Smith por el aniversario de Cuadernos de Jazz, con la revista en papel ya en su recta final... Tantos conciertos, querido amigo, tanta música. Y el otro día, mientras te marchabas, ahí estaba yo, escuchando a Enrico Rava y sintiendo tu compañía, recordando todos esos conciertos que vivirán para siempre en mi memoria, contigo en ellos. 

Te voy a echar de menos. Voy a echar de menos nuestras largas conversaciones, que hablemos de Renoir, de Mankiewicz, de Godard, de tus años en Buenos Aires, de aquel viaje a Italia con tus amigos en el que algunas noches dormías en el coche para gastar el dinero de la habitación en discos... A primeros de noviembre pasamos toda una tarde juntos, ¿recuerdas?, charlando de estas cosas, de cuando compraste en Niza los discos de Ornette Coleman en el Golden Circle, A Love Supreme y el primero de Tristano, de cómo en aquellos años, según pisabas una nueva ciudad ibas a una tienda de discos y, según llegabas a tu estudio en Madrid, incluso tarde de madrugada, te ponías a escuchar cada nuevo tesoro encontrado. Eran otros tiempos, me dijiste, y vaya si lo eran. "Yo creo, Yahvé, que el siglo XXI va a ser muy jodido", me dijiste. Aquel día hablamos de los inicios de Cuadernos de Jazz, de aquel concierto de Joachim Kühn en el Festival de Jazz de Getxo en el que, sin conocernos, coincidimos hace tantos años, de la Vienna Art Orchestra, del violento temporal que envolvió un concierto de Clark Terry en San Sebastián en el que también estaban Carlos Sampayo, Vicente Ménsua y Fernando Ortiz de Urbina, de qué habría sido de Christopher Hollyday, de aquellos discos de importación que llegaban a Buenos Aires durante la dictadura, de esa noche en que estuviste en Bradley's con Don Hillegas, escuchando a un joven Nicholas Payton, con Art Blakey, Tommy Flanagan y otras leyendas entre el público... 

Aprendí mucho contigo. Siempre escuché atento tus comentarios, atesorando cada vez que me felicitaste por un texto. Yo sabía que tú no regalabas cumplidos, por eso me resultaban aún más valiosos. En cada una de nuestras conversaciones intenté que no hubiese atisbos de nuestra relación maestro-pupilo, porque tú tampoco lo hubieses consentido. Pero había mucho que aprender de ti. Aunque ya llevaba unos años escribiendo cuando nos encontramos, si no te hubiese conocido sé que yo sería un crítico diferente. Peor. El mejor maestro no sólo enseña, también inspira.

Te nos fuiste al final, amigo, pero nadie podrá decir que no diste hasta tu último segundo. Fue un honor servir a tus órdenes. Fue un honor servir a tu lado. Ahora tenemos que seguir sin ti, pero también, de alguna manera, contigo. Intentaremos estar a la altura.  

Buen viaje, querido, y gracias por todo.  

Yahvé 


otros días, otros discos

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