jueves, 26 de julio de 2012

Kurt Rosenwinkel - Bilbaína Jazz Club (Bilbao, 5 de mayo de 2011)

Reseña inédita de un concierto de Kurt Rosenwinkel en Bilbaína Jazz Club en mayo del pasado año.

La reseña se escribió para tomajazz.com, pero me olvidé de enviarla y se quedó durmiente en mi ordenador. Cuando me quise dar cuenta ya hacía demasiado tiempo del concierto y no tenía mucho sentido publicarla. Sí, esas cosas pasan.


Kurt Rosenwinkel Quartet en BJC, mayo de 2011

Viendo el interior de Bilbaína Jazz Club el día del concierto de Kurt Rosenwinkel, uno podría pensar que quien tocaba esa noche era una superestrella. Nunca he entendido del todo la fascinación de cierto sector del público de nuestro país (en especial músicos y gente relacionada con las escuelas de jazz) con Rosenwinkel. Es decir, el tipo es bueno, sí, pero, ¿tan bueno? Pensando sólo en guitarristas, se me ocurren al menos una docena de nombres en activo que tienen mucho más que decir que él, por muy talentoso que sea (que lo es). Pero la cosa, en Bilbao, se veía venir. En cierto modo, el concierto había dejado de ser un acontecimiento exclusivamente musical, provocando un éxodo positivo, aunque menos habitual de lo deseable, al jazz en directo que se vive en Bilbao cada jueves por la noche.

Dicho esto, Rosenwinkel evaporó todas las consideraciones no musicales una vez empezó a tocar. Confieso que un servidor anhelaba bastante más las participaciones del pianista Aaron Parks, un músico que he reivindicado con ahínco desde hace años. Sin embargo, aquí entró en juego ese concepto tan abstracto que puede, de un plumazo, cargarse un buen concierto: las circunstancias. Tampoco quiero ser catastrofista, porque el concierto no se fue al traste, ni mucho menos. Pero, las circunstancias técnicas condicionaron inexorablemente lo ocurrido sobre el escenario, empezando por el propio Parks. El piano, sonorizado (aparentemente) con un solo micro (¿?) sonaba descompensado, agudo y estridente, lo que obligó a Parks a mantener un estilo muy percusivo en todos los compings y a solear incómodo, haciendo ver en varios momentos, mediante gestos, que no escuchaba bien como para improvisar.

Pero esto no sólo era cosa del piano o del equipo. El batería Justin Faulkner es un joven de mucho talento que, o no controla, o no gusta de controlar, su descomunal pegada. Eso, en un club pequeño, es algo muy peligroso, y en Bilbao supuso que resultase imposible escuchar el contrabajo de Eric Revis, además de la mencionada incomodidad de Parks.

¿Y qué hacía Rosenwinkel entretanto? Pues levantar cada aspecto cuestionable del concierto, tocando a un gran nivel y dando una lección de liderazgo y buen gusto. El guitarrista toca con una técnica extraña, casi antiacadémica, usando muy poco el meñique y haciendo difíciles algunas cosas que deberían ser más fáciles. Pero todo le suena como los ángeles. Se nota que escucha mucho rock y, en el concierto, recurrió en más de una ocasión algún lick de Pat Metheny, siempre con clase y creatividad. Su discurso fue coherente e intenso y hay que otorgarle, por derecho, los mejores momentos del concierto.

Rosenwinkel fue un tipo muy popular en la comunidad jazzística hace unos años; desde entonces su popularidad ha ido decreciendo, en parte por su traslado a Europa y en parte por la falta de apoyo de las grandes discográficas. Pero es innegable que está en forma y que aún tiene muchas cosas que decir.

jueves, 19 de julio de 2012

John Lee Hooker - Alone (1976)

John Lee Hooker lo sabe todo. Su voz es sabia, sus historias eternas. Su guitarra siempre va a tiempo, aún cuando no va a tiempo. Es el Blues.

Cuando toca él solo, se sienten los huesos bajo la carne. Su voz es hipnótica. Es difícil de describir. Como si hiciese falta.

John Lee Hooker lo sabe todo. O, al menos, suena como si así fuera.

jueves, 12 de julio de 2012

Andy Milne - Dreams And False Alarms (2006)

Reseña publicada originalmente en Tomajazz.com en enero de 2008

Seguro que el primer sorprendido del resultado de este disco fue el propio Andy Milne. De alguna manera, tal y como explica en la carpetilla el pianista, la posibilidad de grabar a piano solo se le plantó en las narices sin pretenderlo, y ni mucho menos buscarlo.

Hay quien dice que las grandes cosas ocurren por casualidad, y en este caso, Dreams And False Alarms es buena prueba de ello. La mayoría de nosotros conoce a Milne como pianista de Steve Coleman, Ravi Coltrane o Ralph Alessi, entre otros, además de su propio proyecto, Cosmic Dapp Theory. Pues bien, olvídense de lo que han oído hasta ahora. El retrato que compone Dreams And False Alarms es difícilmente abarcable, pues el pianismo de Milne bebe de tantas fuentes (desde Paul Bley a Geri Allen) que se vuelve completamente independiente, fuera del tiempo y del espacio.

Su estilo se presenta deliciosamente errático, los temas comienzan en un sitio y, para cuando terminan, han estado en tantos otros, que uno tiene la sensación de flotar en una maravillosa deriva. La elección de los temas no originales alude a la formación musical (y por consiguiente, emocional) del propio Milne, y no rinde tributo en absoluto a la vulgar moda de “jazzificar” frívolamente temas pop y rock. Las reinterpretaciones de Neil Young, Joni Mitchell, Bob Marley, Bob Dylan o Sting suenan completamente desligadas de las originales en la medida en que en este disco, la interpretación es el caminante y el pianista, el camino.

Después de escucharlo una y otra vez, sigo descubriendo verdadera magia detrás de cada nota y no puedo evitar rendirme ante una música que te envuelve y actúa como un bálsamo para el alma. Si no se lo creen, escúchenlo, y luego me cuentan.

Yahvé M. de la Cavada, 2007

jueves, 5 de julio de 2012

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Ay, la vida. 
Lennon decía que era lo que pasaba mientras hacías planes para el futuro, y no le faltaba razón. Peter Bagge cinceló con meridiana claridad que “la vida es una mierda, y encima te mueres”. En ese línea, y mucho antes que Bagge, el gran Woody Allen abría su gloriosa Annie Hall con un chiste que ya cité hace unos meses en un artículo (dos mujeres de edad están en un hotel de alta montaña y dice una “vaya, aquí la comida es realmente terrible” y contesta la otra “sí, y además las raciones son tan pequeñas…”). Frank Capra siempre me recuerda que la vida es maravillosa pero, la verdad, también es un jaleo de cuidado.

Todo esto viene a que, a cuenta de la vida –la mía en concreto– este humilde y bienintencionado blog musical se ha visto interrumpido durante muchos meses, cosa que lamento profundamente. Tengo la suerte (ahora más que nunca) de tener mucho trabajo y muchas cosas pendientes que se reproducen a velocidad incontrolable. Y claro, lo primero que uno descuida es lo que tiene más cerca. Cosas de la confianza, que a veces da asco. 

Pero estoy de suerte. 
Lo mejor de irse es poder volver, así que aquí seguimos. Y no sólo eso, sino que 1dm1dm va a volver de la mejor forma posible: como si no se hubiese ido nunca. En los primeros días publicaré algunos posts retrospectivos, como si hubiesen salido a su debido tiempo. De hecho, si no existiese esta aclaración que estás leyendo, dentro de poco nadie sabría que me fui, para volver.

¿Por qué? Pues, principalmente, porque puedo. Porque Internet nos permite esto, reescribir nuestra ciberhistoria y mostrar algunas cosas como nos hubiese gustado que fuesen, en vez de cómo realmente fueron.

Así que, bienvenidos al 1dm1dm del pasado y del presente. El del futuro, con suerte llegará pronto. Gracias por estar ahí.


Nota: intentado arreglar el desaguisado que se me ha ido acumulando en el blog, he publicado todos los comentarios que tenía pendiente de moderación. Ruego disculpas a todos los comentaristas, y les agradezco su interés y apoyo. Iré respondiendo cuanto antes.

otros días, otros discos

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