martes, 23 de diciembre de 2008

Vandermark 5 - Beat Reader




Probablemente, el mejor disco del año.

Todo lo demás que tengo que decir está en la reseña publicada en tomajazz en abril de 2008:

Hay pocos grupos en activo con la solvencia y el alto nivel que tienen los Vandermark 5, y cada vez que se incorpora una pieza más a su discografía es un momento de tensión. Como con el quinteto de Dave Holland o el trío de Keith Jarrett, la experiencia nos ha demostrado que cada entrega de su obra es de una calidad impensable para muchos de sus contemporáneos y que, aunque hagan uso del derecho a citarse a sí mismos, cada tema que producen está justificado, sea desde la perspectiva de la excelencia musical o desde la simple premisa de estar constantemente buscando y creando.

El anterior disco de Vandermark 5, A Discontinuous Line marcó un nuevo comienzo para esta banda, debido a algo muy importante: la salida de Jeb Bishop y la entrada (no diremos que sustituyéndole) de Fred Lonberg-Holm. La capacidad para reinventar la banda y redirigirla del líder ha sido magistral. Lejos de caer en la autoindulgencia o intentar en vano cubrir la plaza de Bishop, Vandermark ha puesto en marcha unos V5 completamente nuevos, sin perder un gramo de personalidad en el camino.

El único disco que podría considerarse “de transición” es el doble LP en directo editado por Not Two, Four Sides To The Story, en el que Lonberg-Holm se incorpora a un quinteto que mantiene en su repertorio temas de The Color Of Memory mientras estrena algunos que se grabarían semanas después en A Discontinuous Line. Desde entonces, Vandermark ha compuesto específicamente para los nuevos V5, y el resultado ha sido espectacular. Si su anterior disco demostraba el acierto de la incorporación del chelista, Beat Reader confirma que Lonberg-Holm era lo mejor que podía pasarle al grupo, sin desmerecer al gran Jeb Bishop. 

Beat Reader suena mas maduro, más redondo que cualquier entrega anterior de la banda, y eso son palabras mayores. Desde la primera nota, no hay un solo segundo en esta grabación que no sea magistral. Las composiciones, la compenetración de la banda, los solistas, todo ello es intachable y de una calidad impensable. Vandermark ha roto la barrera entre compositor e instrumentista y se expresa con una elocuencia apabullante. Como ya hiciera en A Discontinuous Line (y parece que va a ser tónica habitual a partir de ahora), opta por limitarse a tocar saxo barítono y clarinetes, dejando a Dave Rempis la exclusividad en los saxos alto y tenor. Ésta medida hace que la paleta sonora sea más rica y define aun más los lenguajes de cada instrumentista. 

A pesar de que ha avanzado muchísimo en el dominio del tenor, Vandermark es un maestro del clarinete y el clarinete bajo (un par de muestras claras de ello en Beat Reader son los temas “Signposts” y “Friction” respectivamente), y una de las voces ineludibles para entender el saxo barítono de los últimos años (como demuestra en la escalofriante “Any Given Number”). 

Rempis, por su parte, ha pulido su sonido y alcanza en este disco cotas de inspiración e interpretación altísimas. Tanto al tenor como al alto (en el que todavía es evidente la herencia de Dolphy) su discurso es siempre sólido e interesante. 

Por otro lado, la presencia de Lonberg-Holm va mucho mas allá de su original estilo y su impresionante dominio del arco; su aportación con electrónica tanto a su instrumento como al conjunto (un rasgo que parece importado a V5 de otro grupo de Vandermark, la Territory Band), proporciona nuevos matices a una música que de por si es tremendamente rica. 

Asimismo, la perfecta sección rítmica que conforman Kessler y Daisy hacen que todo funcione con una perfección que no tiene nada que ver con la frialdad, sino con la implicación máxima y emocionante en una música cuyos giros y recovecos se vuelven sencillos en sus manos. 

Además, con las primeras 1000 copias del disco se regalaba un CD en directo que recoge la inédita “New York Suite” de Vandermark. En tres partes dedicadas a pintores compositores e improvisadores, los V5 desarrollan otro disco que debe entenderse como lo que es: un disco diferente. The New York Suite, sin alcanzar el nivel de Beat Reader, nos regala 48 minutos más de música fantástica, entre la que destaca la parte dedicada a los improvisadores.

Las cosas no pasan por casualidad. Estas composiciones, esta compenetración y maestría no salen de la nada, sino de miles de horas de búsqueda y de reflexión. De miles de días cogiendo el instrumento con la valentía y la humildad que exige el compromiso total con la creación; un compromiso que Ken Vandermark adquirió hace tiempo. 

La recompensa está aquí, en estos 70 minutos perfectos que componen el último disco de Vandermark 5. Si Beat Reader es una obra maestra lo dirá el tiempo, pero a mi ya me lo parece. 

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otros días, otros discos

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