jueves, 25 de junio de 2015

Bilbao BBK Live 2011: The Mars Volta, TV On The Radio, Vetusta Morla, Kasabian, Suede, Kaiser Chiefs, !!!... (8 de julio de 2011)

Texto publicado originalmente en Rolling Stone el 9 de julio de 2011

Bilbao BBK Live 2011: Colosales Suede e inadvertidos Kaiser Chiefs

Un ardiente Brett Anderson despluma a Ricky Wilson y los suyos. También triunfaron los chamánicos The Mars Volta y los incendiarios TV On The Radio. Kasabian, regular. Por Yahvé M. de la Cavada

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Era la jornada del britpop, pero se colaron en la fiesta los yanquis. De los ingleses triunfaron rotundamente Suede y dejaron fríos tanto Kasabian como Kaiser Chiefs. De los americanos, el público se dejó arrastrar, ¡y a plena luz del día!, por los vendavales de The Mars Volta y TV On The Radio. Con las dos primeras del BBK Live cubiertas, el festival ya está a punto de superar las cifras de asistencia del año pasado. Va a resultar que el eclecticismo funciona.

Muchos no entendimos el horario programado para una banda como The Mars Volta, a las 18:20 de la tarde y bajo un sol abrasador. Con la música que hacen nunca serán cabeza de cartel en un festival de estas dimensiones, pero su horario natural debería ser, como mínimo, nocturno. Su directo es un auténtico mazazo en la cara, ruidoso, melódico, caótico y sexual, con la actitud de Cedric Bixler-Zavala, entre lo chamánico y lo macarra, y la forma de tocar la guitarra de Omar Rodriguez-Lopez, visceral y contracturada. No vamos a hablar del nivel técnico de los músicos (no hay batería, guitarrista o cantante en todo el festival que lleguen al nivel de los de este grupo), sino de una música oscura y obsesiva que consigue congeniar el caos sonoro con composiciones complejas y muy medidas. Hasta la brisa se levantó para que todos disfrutásemos más a gusto del concierto.

En el escenario pequeño (de nuevo, inexplicable) TV On The Radio dieron un buen repaso al personal. Los de Brooklyn se han repuesto rápidamente de la trágica muerte de su bajista el pasado mes de abril y su música no se ha resentido ni un ápice, gracias al ritmo infeccioso de su nuevo bajista y a una banda que, en concierto, se viene arriba. Sus discos tienen cosas interesantes pero acaban siendo un ladrillo, algo que no ocurrió en un directo demoledor que hizo botar hasta al festivalero menos implicado. Y, además, con diurnidad y alevosía. TV On The Radio pueden ser considerados el relevo indie-rock y postmoderno de Boney M.: negros orgullosos contagiando el ritmo allá por donde pasan. Si un concierto suyo no hace que te menees, tal vez estés muerto.

Vetusta Morla parecen haber conseguido algo más difícil que vender más de 35.000 copias de su disco debut: sobrevivir a ello. Han ganado en empaque y su directo suena profesional, algo que, en este país, ya es mucho. Pucho sigue teniendo una de las voces más exasperantes de la escena, pero también una de las más reconocibles y, de paso, el sello de identidad de los madrileños. Ofrecieron al principio Los días raros y luego repasaron sus dos álbumes. Sonaron muchas piezas de su reciente Mapas (como ese sinuoso En el río), pero cuando el público levitó fue con las canciones antiguas, como la bonita Copenhague.

Para quienes no son fans de la banda, resulta complicado no mirar el reloj tras cuatro o cinco canciones. Eso sí, para miles de chavales, Vetusta Morla es uno de los pocos grupos nacionales que acarrean su bagaje generacional, y dentro de 25 años sus éxitos se recordarán como se recuerdan hoy los de Nacha Pop.

Kasabian venían avalados por su reciente buen directo en el madrileño festival Dcode (lee aquí la crítica). Se les considera como nuevas estrellas de una especie de britpop electrónico que peca de todo lo contrario que TV On The Radio. Y es que, cuando un grupo suena mejor en disco que en directo, mal asunto. Empezaron bien y tuvieron actitud en todo momento, muy festiva (con temas como Underdog, Club foot o Fire) y para-rockera; la música, en cambio, ni chicha ni limoná. No dudo que en otros momentos de su carrera hayan podido ser el mejor directo del mundo (como tal fueron premiados en 2007 por NME), pero en Bilbao se oía mucho cacharrito y mucha historia, mientras las guitarras y el bajo parecían de adorno.

Tuvieron que llegar Suede para enseñarnos lo que era un gran concierto de brit-pop. A pesar de que siempre ha parecido que la banda nunca sería lo mismo sin Bernard Butler, está claro que hay veces que se cumple aquello de “quien tuvo, retuvo”. Y vaya si retuvo: sonidazo, guitarreo y un Brett Anderson, de 43 años, desbocado, dándolo todo desde el principio hasta el final. Y no estamos hablando de bailar y de patear escenario, que también, sino de cantar como los ángeles con actitud, chulería y glamour, enseñando a los niñatos de Kasabian y Kaiser Chiefs lo que es un puñetero animal escénico.

Tras el batacazo (aplíquese aquí un generoso doble sentido) de la suspensión de Amy Winehouse, la incorporación de los resucitados Suede como cabeza de cartel se recibió con cierta tibieza, pero su capacidad de convocatoria nos sorprendió a muchos. A pesar de estar entre los grandes de la primera ola de britpop, sufren una especie de olvido que el público de Bilbao se encargó de contrarrestar, coreando sus canciones con unos melodiosos “uououos”. Sonaron a gloria temas como So young, Trash o Animal nitrate. A mitad del concierto, el pantalón de Anderson ya estaba hecho unos zorros de las arrodilladas que llevaba. Y así, a lo tonto, quienes acabamos de rodillas ante Suede fuimos nosotros.

“Después de esto, a ver quién es el guapo que se traga a Kaiser Chiefs”, se escuchó decir a un asistente, y no le faltaba razón. Los de Leeds tienen una cosa buena, de eso no hay duda: su nombre. Es pegadizo, fardón y suena bien. Esta era la segunda vez que tocaban en el festival y hay que reconocer que estuvo bastante mejor que en 2009, principalmente porque entonces sonaron rematadamente mal. También es cierto que Ricky Wilson, su cantante, se deja la piel y que varios miles de personas aguantaron su concierto al pie del cañón, entiendo que disfrutándolo, bajo una lluvia ligera e irritante.

Pero no a todos se les veía particularmente entregados, la verdad, porque Kaiser Chiefs suenan a lo que son, una banda cervecera y hooligan que estuvo en el lugar adecuado, en el momento adecuado. Probablemente, nunca volverán a conseguir algo cercano a lo que les dio su Employment, aunque parece que los únicos que no se dan cuenta son ellos. 

Mucho mejor estuvieron !!! (chk chk chk, en lo fonético) y su descarga de dance punk, con Nic Offer y sus inseparables calzones capitaneando un concierto que, a última hora, hizo las delicias de quienes se animaron a bailar bajo la lluvia, como Gene Kellys del siglo XXI. O algo así…

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