lunes, 22 de junio de 2015

Bilbao BBK Live 2011: Coldplay, Blondie, Beady Eye, Twilight Singers, Russian Red... (7 de julio de 2011)

Texto publicado originalmente en Rolling Stone el 8 de julio de 2011 

Bilbao BBK Live 2011: Coldplay arrollan y Beady Eye aburren
                        
El cuarteto británico reúne a más de 37.000 personas en la inauguración del festival vasco. Twilight Singers brillaron, Liam Gallagher estuvo desganado y a Blondie le pesaron los años. Por Yahvé M. de la Cavada

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En la primera jornada del BBK Live, todos fueron teloneros. Todos menos Coldplay, claro, la estrella absoluta del día y, tal vez, de este festival que cuenta tres jornadas. No es para menos: único concierto en España de una banda que, en este momento de su carrera, se encuentra en lo más alto. El grupo atrajo un público muy heterogéneo en el que había lugar para pijos, rockeros, modernos, personajes de extrarradio, hippies, indies, niños, mayores y fans. Incluso los que fueron por otros grupos querían ver a Coldplay, aunque sólo fuera un par de temas, y aunque sólo fuera para ponerles a parir. 

Esa afluencia masiva provocó un nervioso comentario de Russian Red al final de su concierto, que afirmó alborozada que nunca había tocado para tanta gente (traducción: “estoy en el buen camino”). Está por ver si la propuesta de la madrileña tiene recorrido. Su banda suena bien y en los últimos tiempos ella ha ganado tablas, pero en su actuación de ayer no quedó claro si su fórmula se va a consolidar. Ya veremos…

Cuando empezaron a tocar los Twilight Singers, había cuatro gatos viéndoles. Cuando terminaron, pocos más, pero todos flipando. La banda que Greg Dulli se sacó de la manga hace 14 años (durante un descanso de sus Afghan Wigs) no es muy conocida por aquí, pero su impresionante último disco anticipaba el que podría haber sido el concierto del festival. El sonido no acompañó y al principio la cosa estaba un poco fría, pero poco a poco se vinieron arriba y dejaron al público preguntándose quién carajo eran esos tíos. Si llegan a tocar en el escenario grande, dejan en pelotas al resto de bandas. Coldplay tienen al público, pero no tocan con esa fuerza ni hasta arriba de Red Bull.

Beady Eye pretenden ser respecto a Oasis lo que New Order a Joy Division, pero se acercan más a lo que hicieron los Doors tras la muerte de Jim Morrison. Oasis era una banda que molaba por un buen puñado de canciones rotundas, la mayoría de ellas escritas por Noel Gallagher. Una nueva versión del grupo sin él tiene el mismo sentido que tendrían los Rolling Stones sin Keith Richards, o sea, ninguno. Esas sospechas se confirmaron en un concierto plomizo en el que no se tocó una sola canción que merezca ser recordada. Liam cantó suavecito y estuvo tan comedido que, por no ser, ni siquiera fue impertinente o bocazas, que es uno de sus grandes atractivos rockeros. Sin su hermano al lado (escribiendo canciones), Liam y sus compis ex-Oasis tienen muy poco que decir.

Blondie era uno de los conciertos más esperados por cierto sector del público, en gran parte por el morbo de ver si Debbie Harry, a sus 66 años, estaba en forma. Pero resultó que no. La cantante salió a escena con un atuendo pijamero consistente en una especie de chándal y camiseta color naranja-corredor-de-la-muerte que dejó al público alucinado, o noqueado, o yo qué sé. Independientemente de lo que cantó, que fue poco más que apañado, Harry y su banda vinieron con un repertorio a prueba de bombas, gracias a hitos como The tide is high, Maria, One way or another o su versión de los Nerves, Hanging on a telephone. Esos temas que a primeros de los 80 sirvieron para que el grupo llevase la nueva ola a la radiofórmula, hoy en día suenan como un cúmulo de canciones inconexas que sólo se sostienen por el factor nostalgia. La banda sonó como un tiro y el repertorio estaba repleto de clásicos, pero el concierto en sí fue flojo.

La verdad es que la mayoría de los asistentes iban a lo que iban: a ver a Coldplay. Lo demás, como quien ve la pausa publicitaria en televisión. Hay unos tipos en este o aquel escenario, pero, ¿cuándo empiezan Coldplay? Así de un concierto a otro y, en muchos momentos, más gente dando paseos o haciendo tiempo que viendo el recital de turno. Mientras la pobre Debbie Harry cantaba viejos éxitos en el escenario pequeño, había más público pillando sitio para Coldplay, con la cabeza posicionada frente al escenario vacío.

Cuando llegó el momento, todos estaban preparados, menos el técnico de sonido.

La música de Regreso al futuro a modo de preludio, sale el grupo, estallido de luces y a tocar. Hasta fuegos artificiales. Lástima que pasase más de medio tema antes de que el responsable de turno, a estas horas presumiblemente despedido, conectase gran parte de las pantallas por las que suena el grupo. Con sonidazo hubiese sido un gran principio, de esos apoteósicos en los que la gente se queda boquiabierta. ¿Hemos dicho que hubo fuegos artificiales?

A partir de aquí todo salió más o menos bien. Coldplay prometían un conciertazo y venían con los deberes hechos y los gadgets imprescindibles: rayos láser saliendo del escenario, neones, videoedición en directo, estrellitas de papel y enormes globos de colores. Vamos, que no lían la de Kiss pero, sin gastarse mucha pasta, hacen una cosilla aparente. Su aspecto de chicos sanotes y el punto buenrollista y humilde de Chris Martin funcionan bien sobre el escenario. Él tiene carisma y el resto son un poco sosos, pero el contraste pega con su música.

¿Demostraron Coldplay que pueden llegar al nivel de U2? Desde luego, están en camino. Martin ha robado muchas cosas al Bono de sus mejores tiempos y, definitivamente, Jonny Buckland no es The Edge, pero el aroma a los de Dublin se siente en muchas de sus poses y canciones. Sí, es verdad que les falta cierta sustancia, pero tienen talento para fabricar temones, y es innegable que hay que tener algo especial para meter 37.500 personas en un festival como hicieron ayer.

Quizá su principal problema es que es un grupo de éxitos y, cuando no los tocan, pierden atractivo. Su concierto, en general, estuvo bien, con el público botando, coreando, bailando o gritando obscenidades a Martin. Eso sí, en cuanto atacaban temas poco conocidos el personal perdía interés. Martin, además, se enforzó durante todo el concierto en exhibir poses rockeras e incluso ademanes a lo Eminem cogiendo el micro. Luego, su música, no es tan agresiva.

Martin estuvo generoso al dedicar un tema a Blondie, e incluso ¡a Russian Red! (pocos de los allí presentes entendieron esta última dedicatoria). La traca final, con el público enloquecido, llegó con Viva la vida y los bises: Clocks, Fix you y el tema más pedido de la noche, Every teardrop is a waterfall. Sí, ocurrió tal cual, querido lector: la gente voceó durante un buen rato aquello de “¡el ritmo de la noche!”, en referencia al apropiamiento que ha realizado Coldplay de algunos pasajes de ese tema de chiringito. Al final, mientras el grupo hacía reverencias y se despedía, la mayoría del público comenzó a corear de forma espontánea el estribillo de Viva La Vida. Fue bonito.

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