jueves, 28 de mayo de 2015

Vicente Aranda (1926-2015)

Todavía hay quienes dicen que en España no se hace ni se ha hecho buen cine. Hace un par de días se nos fue uno de los mejores cineastas españoles, Vicente Aranda, un tipo con unas cuantas joyas en su filmografía. 

Personalmente, a él le debo algunas de las imágenes grabadas en mis retinas en mi adolescencia, con películas como Amantes, El Lute o, muy especialmente, El amante bilingüe, una película que me gusta particularmente y que me descubrió también al estupendo escritor Juan Marsé. La novela homónima me llevó directamente a otra novela suya que adaptó Aranda, La muchacha de las bragas de oro, y de ahí a la entonces recién editada El embrujo de Shanghai. Siempre pensé que Aranda hubiese rodado una mucho mejor adaptación de esta novela que la que se estrenó en 2002, dirigida por Fernando Trueba. 

Aranda tenía mucha fuerza, y entendía el amor y la pasión como pocos. Después de Intruso, otra película que me gusta bastante —tal vez por el retrato que el director hace de Santander, o por el guiño a Welles en su cartel, o porque tengo aún vivos recuerdos de aquel verano del año 93—, perdí algo de querencia por el cine de Aranda, pero siempre será para mí uno de los grandes del cine español. 

Descansa en paz, maestro. 

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otros días, otros discos

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