miércoles, 3 de agosto de 2011

El jazz y todo lo demás (José James + Jamie Cullum, 35 Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz, 14 de julio de 2011)

Aprovecho que estos días están retransmitiendo en RTVE algunos conciertos de los festivales de verano para recuperar mis crónicas de los mismos. Esta noche le tocará el turno a José James y mañana a Jamie Cullum, así que dejo aquí el texto que publiqué sobre estos conciertos en el periódico Gara:


El Jazz y todo lo demás
José James + Jamie Cullum
35 Festival de Jazz de Vitoria-Gazteiz
14 de julio de 2011

Ya se veía venir la noche anterior. Los afortunados que fueron al hotel Canciller Ayala para ver al trío del fabuloso pianista Eric Reed, no sólo demostraron tener un gusto exquisito, sino que se fueron a casa con un premio: la exclusiva de ver a Jamie Cullum y a José James animándose a improvisar un tema en la jam session que, en noches señaladas, se desata en ese pequeño escenario; el más humilde del festival y, a veces, también el más especial. Esa noche pudimos ver un avance de lo que sucedió en Mendizorrotza menos de 24 horas después, en un concierto multitudinario en el que, minutos antes de
comenzar, ya se escuchaba una y otra vez en la taquilla la temida frase «no hay entradas».



José James, indudablemente menos popular que Cullum, ya había visitado el festival en 2008, dentro de la programación del Teatro Principal. Aquel concierto fue realmente asombroso y descubrió a muchos (servidor incluido) a un joven cantante que tiene mucho más que talento, y de eso va sobrado. En su música, James no tiene miedo a mezclar jazz con nu-soul, funk o hip-hop, lo que le permite diseñar cada show para adecuarlo al auditorio que le vaya a recibir. Este año hizo como en 2008, respetando la supuesta tendencia del festival y atacando un repertorio mayormente jazzístico, con inusitadas versiones del «Equinox» de John Coltrane, «Red Clay» de Freddie Hubbard o el mítico «Moanin» de Bobby Timmons.


James es un vocalista con un toque muy contemporáneo, ha bebido del hip-hop y eso se le nota en su forma de frasear e improvisar, pero escuchándole vienen a la cabeza referencias de clásicos como Jon Hendricks o el fabuloso Joe Williams. Acompañado de una banda que sonaba fresca y grooveante, James engatusó por igual a madres y a hijos, gracias a ese encanto urbano y glamouroso que le caracteriza. Cuando, en el último tema del concierto, James invitó a Jamie Cullum al escenario para cantar «Georgia On My Mind», el pabellón empezó a despegar en un vuelo que no aterrizaría hasta el final de la noche.


Los talibanes del jazz (a quienes, en ocasiones, no tengo más remedio que unirme) no sienten un gran aprecio a Jamie Cullum. Su pop jazzificado y su desenfadada forma de entender la música es contraria a los anhelos de cualquier purista, y su presencia en festivales de jazz es vilipendiada por los más radicales. Sin embargo, sólo hay que tener ojos y oídos para rendirse ante el arte de Cullum en sus conciertos.


El joven británico es un pianista competente y resultón (en el mejor de los sentidos), un showman de primera categoría y, sobre todo, un gran vocalista, con clase y personalidad. No domina el escenario, lo modela a su gusto tema a tema, pasando de un momento de ardiente espectacularidad a otro de íntimo recogimiento en cuestión de segundos. Improvisa aquí y allí con el piano, a veces de forma explosiva y efectista, pero siempre conecta con el público.


Esencialmente es un cantante de pop, sí, como si eso tuviese algo de malo. Para los talibanes del jazz (entre los que, en este asunto, no me incluyo en absoluto) tal vez sí, pero debe de ser porque no recuerdan a tipos tan respetables como Nat `King' Cole, Bing Crosby, Mel Tormé o Frank Sinatra, que no eran sino «Jamie Cullums» de su época y que, al mismo tiempo, están aceptados como personajes paralelos al jazz.
Como el joven Cullum es humilde y buen tío (eso se ve a la legua), no le obsesionan mucho ese tipo de cosas. Actúa como alguien ajeno a todo lo que no sea disfrutar en el escenario y, especialmente, hacer disfrutar a la audiencia con lo que sucede en el mismo. Pregunten, si no, a cualquiera de entre quienes estuvieron la otra noche en Mendizorrotza, porque hacía años que el pabellón no vibraba como lo hizo con Jamie Cullum. No es jazz, ni falta que le hace.

Yahvé M. de la Cavada, 2011


Nota: Pinchando en la imagen puedes leer la crítica que escribí en 2008 sobre el concierto de José James en el Festival de Vitoria-Gasteiz de aquel año, publicada en su momento por Tomajazz.

Nota 2: Este artículo se publicó en el diario Gara con el título equivocado, utilizándose por error el título del artículo publicado el día anterior, también escrito por mí. En su publicación online el error fue aún mayor, ya que mi texto apareció junto a (pegado, más bien) otro publicado ese mismo día, con los dos títulos seguidos presidiendo la página. Aquí podéis ver dicha página, con la publicación original del texto reproducido en este post.

3 comentarios:

Apatico 2005 dijo...

"No es jazz, ni falta que le hace"... Me imagino que a él y a sus seguidores (fieles y ocasionales) no le hará falta que lo sea pero... en fin, que estamos hablando de un festival que en su luminoso incluye la palabra "Jazz" (vale, vale, aburrido debate).

No estuve en el concierto ni lo he escuchado posteriormente. Anoche llegué al último tema de José James en La2 y después al "Georgia..." de James con Cullum... y, en fin, me pareció una versión pachanga. ¿Que la gente levitó? Cada cual es libre (no es verdad, lo sé) de consumir los psicotrópicos que le vengan en gana. Pero vamos, que en este país ha gustado siempre mucho la verbena (de la paloma). Salud, Carlos.

Yahvé M. de la Cavada dijo...

Aburrido debate, sí, pero es EL debate.
En un festival de jazz que programa muy poco jazz, Jamie Cullum hizo un buen bolo de pop. Para el aficionado al jazz es una faena, pero no vamos a negarle a Cullum que su movida la haga bien.
El problema es quienes nos quieren vender eso como jazz, no Cullum y su show.
Jose James mola bastante más, pero funciona mejor en sala pequeña.

Otra cosa te digo: mucho mejor Jamie Cullum que lo que hicieron Kyle Eastwood, Nigel Kennedy y, si me apuras, Michael White y Danilo Perez. Siempre es mejor tocar pop bien, que tocar jazz y ser un coñazo.

Ps. A Rubén Blades y a Michel Camilo no les vi, pero vamos, que apuesto un par de LPs de Hank Jones a que moló más Cullum que ellos. Y sí, la verbena en este país es muy popular, y parece que por muchos años...

Maxmegen dijo...

Hace un par de semanas vi a Jose James en el festival de Torrent, Valencia, y fue brutal da igual el prisma con que lo quisieras ver, jazz, soul o hiphop.

El primer disco de James, The Dreamer me parece una obra maestra; el segundo, Blackmagic me aburre; y el que ha grabado para Impulse! junto a Neve, bueno, pues disco de crooner a añadir a la lista de grabaciones correctas de claro proposito comercial.

Pero lo que Jose James y el cuarteto que lo acompañaba hicieron en Torrent no tiene nombre. Los temas de The Dreamer siguen casi intactos (para mi resulta obvio que no hace falta trabajar mas sobre ellos); los de Blackmagic han crecido mucho y muy bien muy en la direccion del hip hop y las sesiones de DJ que Jose James lleva vividas junto a Gilles Peterson. Y las versiones de Equinox o de Moanin' me dejaron clavados en la silla: arriesgadas y muy lejos de los estandares ñoños a duo de piano que bien le podrian valer una butaca en la sala VIP reservada a los crooners.

En fin, lo dicho al principio: musica negra de altos vuelos pendiente de etiqueta.

Saludos,
Max

otros días, otros discos

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