Algunas melodías vocales recuerdan a un Leonard Cohen primerizo, pero los estribillos son inolvidables y el buen rollo que despide todo el disco merece mucho la pena.

Así, de buenas a primeras, uno de los mejores discos de folk-pop-rock que he oído en muchísimo tiempo. Y al lorito con el guitarrista eléctrico David Tattersall, buenísimo el tío…
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