lunes, 2 de febrero de 2015

Mark Dresser / Ed Harkins / Steven Schick - House Of Mirrors (2006)


Reseña publicada originalmente en Tomajazz en septiembre de 2008: 
Mark Dresser es un músico profundo, experimentador e inteligente. Desde hace décadas se ha dedicado a pasear por los paisajes del jazz en busca de cosas nuevas que decir, tanto en su faceta de contrabajista, como en la de líder y compositor. Muchos palos ha tocado en este tiempo y nunca ha resultado decepcionante; sus aventuras le han llevado a formar parte de algunos de los grupos mas emocionantes de los últimos años y a participar e incluso liderar decenas de discos memorables. 

El sello portugués Clean Feed es uno de los que más (y mejor) ha documentado su trabajo reciente, desde su solo de contrabajo Unveil al fantástico dúo con Roswell Rudd, Airwalkers. Ahora salen de golpe dos grabaciones más protagonizadas por Dresser pero, como suele ser habitual en él, tratadas de una forma colectiva.

Mauger es un super-trío, un all-stars, un dream-team o como se le quiera llamar. El hecho está formado por Rudresh Mahanthappa, Mark Dresser y Gerry Hemingway, tres músicos que con su sola presencia avivan el interés por una grabación, con lo que verles juntos hace salivar el oído rápidamente. 

Teniendo en cuenta la versatilidad de cada uno de ellos, de buenas a primeras es difícil saber con qué nos vamos a encontrar, al menos en cuanto a enfoque (la calidad está más asegurada). Afortunadamente ninguna personalidad solapa a otra, y los tres se ven completamente representados, tanto a nivel instrumental como compositivo. En The Beautiful Enabler hay lugar para composiciones de todos ellos e incluso para una creación colectiva. 

Lo mágico del disco es que transmite una sensación de flexibilidad que hace que, reconociendo claramente el carácter particular de cada músico, todo fluya como un “todo” poli-estilístico, como si los tres instrumentos se abrazasen con fuerza hasta amoldarse milimétricamente uno a otro. Esta unidad confiere naturalidad al proyecto y, aunque Hemingway suena algo más contenido en ocasiones o Mahanthappa algo más clásico, la música respira y se expande por el aire, imbatible. 

The Beautiful Enabler es una de las grabaciones ineludibles del año, y Mauger, uno de los grupos que más prometen de los aparecidos en los últimos años.

Con House Of Mirrors, el otro disco que nos ocupa, aflora la faceta más cercana a la música contemporánea de Dresser. Otro trío en este caso, muy diferente al anterior. Dresser decidió escribir todas estas composiciones inspirado en el libro pedagógico de ritmos de Edwin Harkins, una figura capital de la New Music y un virtuoso de la trompeta (en este disco toca hasta 6 modelos diferentes, todos poco habituales en el ámbito jazzístico). Dresser y Harkins, mano a mano, escribieron y desarrollaron el proyecto como dúo, ensayando ocasionalmente y llegando a actuar en una ocasión. Tiempo después Dresser se unió a la Universidad de California-San Diego, donde Harkins imparte clases desde hace años. Allí el proyecto tomó forma con la incorporación de Steven Schick, profesor de percusión de la UCSD y un nombre muy conocido en los círculos de la música contemporánea. 

House Of Mirrors es un esfuerzo experimental, pero tremendamente asequible, en el que es difícil separar lo que es composición de lo que es improvisación. Afortunadamente, todo el disco posee una indudable libertad que le sitúa adecuadamente entre la música contemporánea y el jazz. Lejos de encorsetarse en caminos limitados o expuestos a demasiadas premisas iniciales, la variedad y desenfado de la grabación resulta refrescante. 

El papel de Dresser, tan importante como el de Harkins, no es tan deliberadamente protagonista en una escucha parcial. Pero incluso Schick, que parece supeditado a un segundo plano, ve resurgir su papel a medida que se suceden las escuchas. House Of Mirrors es un proyecto completamente colectivo, imposible de llevar a cabo sin alguno de sus miembros pero, además, debe entenderse como un conjunto en todos sus aspectos. A pesar de la solidez independiente de la mayor parte de las piezas, es en una exposición completa en la que podemos percibir el carácter de la obra y los centenares de matices que contiene. 

Ambos discos muestran dos caras de un mismo Mark Dresser, acompañado por personalidades tan interesantes como él. Un mismo Mark Dresser para músicas muy diferentes. Eso si, todas buenas. 

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